jueves, noviembre 09, 2006

Sueños Infinitos

Bañado en sudor frío, despertó sofocado. Un grito de niño hacía eco en algún lugar entre sus oídos. Ese grito que en el más profundo de los ensueños le era imposible escuchar por más que lo intentaba. Sintió terror. Terror como si le siguieran. Terror como si su vida estuviese al límite. El infinito era incomprensible. Evitaba cerrar los ojos, para no volver a caer en tal fantasía.
Fantasía en la que soñaba petrificado. Sin poder mover músculo alguno, cual estatua de pesadillas. ¿Terminará algún día el suplicio?. Ese sueño que le acosa todas las noches. Noches de sueño sin descanso. Apenas termina una pesadilla, comienza una nueva. Día con día la idea de dormir le aterroriza, para no soñar ese sueño otra vez. Y sin embargo, se mantiene con un curioso temor a seguir despierto.
Y es que a pesar de que su conciencia ha alcanzado nuevos niveles y cada día es más perspicaz por no soñar; él prefería las noches de sueño sin descanso. Le hacía pensar. Le hacía considerar que quizá había algo más que esa conciencia y perspicacia máxima... Y no sentía terror precisamente ante tal incógnita... no era a aquello que podía encontrarse más allá de lo perceptible... sino que quizá de descubrirle no sería capaz de responder. ¿Qué pasaba si se adentraba mucho en este infinito misterio?
"Hay muchas cosas evidentes como para que todo sea coincidencia” se decía entre pesadilla y pesadilla. ¿Escéptico? ¿Creyente?... no, no era ninguno de los dos. Simplemente anhelaba por fin saber la verdad. Saber qué hay más allá y poder probarlo. Quizá existe el cielo y el infierno. ¿De qué lado se iría?
Y todas las noches grita entre pesadillas. Grita por ayuda. Grita para no perderse a si mismo. Grita porque ve el futuro y grita porque no lo ve. Grita porque su verdadero yo se pierde en la profundidad del infinito de su propio ensueño.
"Tiene que haber algo más que esto” Se dice cada vez que falla al intentar explicar la existencia misma.
Y es que quizá cuando muera... se le dará más adelante otra oportunidad de vivir, de regresar... regresar al juego de sueños infinitos una vez más... y otra más... y otra más...

(Basado en "Infinite Dreams" de ~Iron Maiden, letra de Steve Harris)

sábado, noviembre 04, 2006

Flama Victoriosa -V- Luz Celeste (2)

Fue justo cuando mamá se quedó dormida que ella huyó de casa para vivir con su novio. Era una locura, pero así era el amor de aquellos dos. Un amor loco y desenfrenado, que no se detiene a pensar y se deja llevar por lo que dicta el corazón. Ella a sus quince y él a sus diecinueve.

Aoramid era aprendiz carpintero hacía algunos meses. Todavía no ganaba dinero suficiente como para mantenerse a sí mismo. Mucho menos a su novia. Pero no se trata de ser ricos, sino de ser felices, se decía una y otra vez, el amor lo puede todo, saldremos adelante.


El tórrido amorío sólo duró 3 noches. Zuama estaba embarazada.


“¿Qué rayos te pasa? ¿Por qué me mentiste? ¡Dijiste que estaba bien si lo hacíamos! ¡Dijiste que estaría bien! ¡Dijiste que era un día seguro! ¡Que nada pasaría! ¿Por qué me mentiste?”


“¡Lo siento! Perdóname... ¡Perdóname! ¡No pensé! Es que yo...”


“¡No! ¡No pensaste! ¿Qué vamos a hacer ahora? ¡Dime!... ¡Ah! Todo fue un error, ¡Desde el principio! ¿Por qué? ¿Por qué mentiste?”


“Es que... tenía tanto miedo a que te fueras si no lo hacíamos”


La relación terminó. Aoramid abandonó a Zuama y esta rogó a sus padres que la dejaran volver. Su padre jamás la perdonó. Su madre ayudó a Zuama a criar al niño. Lloraba la desdicha de su hija todas las noches y esto fue demasiado para ella. Dos meses después, sus negros cabellos se volvieron blancos, y apenas el crío cumplió 5 años, ella murió. Zuama tuvo que irse de su casa pues su padre no la dejó vivir ahí más tiempo.


En tierras de Alá una madre soltera no era bien vista. Tenía forzosamente que cruzar la frontera de fe y convertirse a la llamada “religión perversa”. En realidad nunca lo hizo, pero fingió (como casi todo converso) que había dejado su vieja fe.


En tierra de Dios, el Dios representado por el Obispo de Remaccia, claro está, no fue muy bien recibida. Su color de piel la discriminaba y la gente la limitó a vivir en los círculos de miseria morisca existentes en todas las ciudades de Dios. Dios quería más a los blancos.


Su única salida, como de toda mujer emigrante te tierras de Alá era la prostitución. Su exótico color de piel e inusual belleza la convirtió en una “dama de noche” muy popular entre los clientes y la metió en muchos problemas con las mafias que controlaban el negocio del “placer”.


Cuando su hijo cumplió 10 años, avergonzado de que su madre vendiera su cuerpo a hombres sin honor, huyó de casa para regresar a tierra de Alá. Zuama lloró. Pero el niño no hubo llegado lejos cuando fue capturado por unos comerciantes de esclavos y murió 2 años después de cólera.


A los 28 años tuvo un corto romance que le dio un trabajo en un popular antro nocturno, “La Luz Celeste”. La relación terminó, pero su trabajo lo mantuvo.


“En nombre de Alá, mátame”


El hombre se había vuelto loco y había matado a la mitad de las personas ahí dentro. Zuama por el susto no pudo hablar más que la lengua de Alá, sin embargo todavía podía entender la lengua de Dios.


“Esta es la verdadera justicia”