jueves, diciembre 07, 2006

Romeo Romance

Las luces fosforescentes se filtraban entre el humo de cigarro y la sensual neblina nocturna.


-Momento... ¿Qué edad tienes?-

-14-

-Entonces quítate; ¡El que sigue!-

-¡No no! ¿Por qué?-

-¿Por qué crees? Sólo mayores de edad, ahora quítate-

-Pero... *tengo identificación falsa* ...-

-Ya lárgate, hubieras pensado en eso antes-


Fue empujada fuera de la línea.

Orgullosa, le lanzó una mirada amenazante y siguió caminando. Tenían que dejarla entrar en algún lugar. Sexo, cuerpos, miradas, seducción. La emoción de un club nocturno. Tenían que dejarla entrar en algún lugar.


-Hey ¿Cuánto?-


Chaqueta de piel marrón, sin camisa debajo. Abdomen trabajado. Cabello largo. Anteojos. Bandana. Botas obreras. Pantalón entubado. Despedía un aroma bastante peculiar, una mezcla entre whiskey y crack.


-¿Qué?-

-Es broma. Te ves muy solita.-

-No es tu asunto.-

-¿Por qué tan ruda?, Hey ¿Qué tal si te hago compañía?-

-Ya déjame en paz.-


Molesta, apresuró el paso.


-¡Hey hey! ¿A dónde? ¿Me vas a ignorar así nada más?-

-¡Ya déjame!-

-¡Calmada! Eres muy bonita, yo sólo quiero conocerte.-

-No me importa, vete-


La toma de un brazo


-¡Suéltame! ¡Suéltame o grito!-

-Ya estás gritando, muñeca. Cálmate y déjame hablar-

-¡Auxilio!-

-¡Cht! Escúchame...-

-¡Auxilio!-

-Si me sigues...-

-¡Auxilio!-

-Puedo hacer que te dejen entrar a un club-

-...-

-Pero sólo si vienes conmigo-


Su aliento le molestaba. Pero iba a poder entrar. Difícil decisión.


-¿Qué dices muñeca?-


Caricias en el brazo. No era feo... pero sí desagradable. Y sin embargo podía ser su única oportunidad... ¿Todavía quería entrar?


-Ok... voy contigo-

-Eso es todo-


Música ensordecedora. Luces. Cuerpos. Contacto. Sudor. Alcohol y tabaco. La emoción comenzó a moverse en su pecho y estómago. Una sonrisa se le dibujó en el rostro. Miró a su acompañante. Él le guiñó un ojo y la tomó de la mano.


-Me dicen Rober, ¿cómo te llamas, muñeca?-

-Arely...-

-Precioso-


No prestaba atención, estaba muy ocupada mirando la pista y a la gente bailando.


-¿Bailamos?-


Dijo entusiasmada.


-Calma Arely, muñeca. Vamos a tomar algo antes para entrar en ambiente.-

-No, no, se van a dar cuenta... vamos a bailar mejor-

-Vienes conmigo... Tranquila. ¿Qué tomas? ¿Una cubita?-

-¿En serio? No, quiero tequila con Squirt-

-Ya estás primor.-


Los vasos se vaciaron. Los alientos se calentaron. La pista de baile se sacudió.


Las miradas abrazaban los cuerpos en movimiento. Las caricias. Los sintetizadores marcaban el latir de los corazones en éxtasis. Rostro con rostro. Vista al frente. Los labios se conocieron en un beso muy sutil. Jadeos de pasión.


-¿Qué edad tienes muñeca?-

-14-

-La edad perfecta-

-¿Y tú?...-

-Yo tengo 28... 14 años más que tú. Creo que es una señal-


La perversión.

Intercambiaron un apasionado beso. Mano en el seno. Los labios en el cuello.

Piel tersa. Mirada inocente. Labios tiernos. Gemidos delicados.

Ella lo besó de nuevo.

Se fueron a sentar. Ella no podía quitarle las manos de encima.


-Calmada muñeca, calmada-


Jadeos.


-Allá atrás está la zona VIP, acompáñame chiquita-


Entraron a un salón con aroma a marihuana y sexo.


-No tienes vergüenza Rober...-

-Cállate, jamás te he dicho nada sobre tu relación con tu hermana ¿o sí?-

-...-


Dentro del salón había cubículos de 6 por 6, cortinas azul aterciopelado, una cama y una pipa de agua.

La música era, aunque algo opaca, perfectamente audible.

Bailaron un poco y se calentaron los ánimos de nuevo.


-Eres preciosa muñeca-


La ropa cayó al suelo. Ambos cuerpos se conocieron. Sudor. Deseo.

Arely se empezó a poner nerviosa.


-Oye... espera...-

-¿Cuál es el problema muñeca? ¿no te gusto?-

-No es eso... es...-

-Tú tranquila, no va a pasar nada que no quieras-


La mentira.

Las manos se aventuraron. Sus lenguas juguetearon. Labios. Mejilla. Cuello. Senos. Vientre. Sexo. Gestos. Labios de nuevo. El roce de la piel. Ella se negó. Pero fue muy tarde.

Los gemidos de niña. Embestidas lujuriosas. Sus lenguas se trenzaron. El ritmo se aceleró. Saliva. Sangre. Sudor. Semen.


El mundo gira. Y gira. Y gira.


El sol. Las lágrimas. El dolor.

En un lote baldío, desnuda y pegajosa. Su ropa en una bolsa junto a ella. Con resaca. Sangre en su entrepierna.

Sin saber qué pasó se cubrió el cuerpo y respiró profundo. No dejaba de llorar.

Se arrepintió. El eco la atormentaba.


“Muñeca” “Muñeca” “Muñeca”


Mamá la llamó a desayunar. Pero ella no la escuchó.

jueves, noviembre 09, 2006

Sueños Infinitos

Bañado en sudor frío, despertó sofocado. Un grito de niño hacía eco en algún lugar entre sus oídos. Ese grito que en el más profundo de los ensueños le era imposible escuchar por más que lo intentaba. Sintió terror. Terror como si le siguieran. Terror como si su vida estuviese al límite. El infinito era incomprensible. Evitaba cerrar los ojos, para no volver a caer en tal fantasía.
Fantasía en la que soñaba petrificado. Sin poder mover músculo alguno, cual estatua de pesadillas. ¿Terminará algún día el suplicio?. Ese sueño que le acosa todas las noches. Noches de sueño sin descanso. Apenas termina una pesadilla, comienza una nueva. Día con día la idea de dormir le aterroriza, para no soñar ese sueño otra vez. Y sin embargo, se mantiene con un curioso temor a seguir despierto.
Y es que a pesar de que su conciencia ha alcanzado nuevos niveles y cada día es más perspicaz por no soñar; él prefería las noches de sueño sin descanso. Le hacía pensar. Le hacía considerar que quizá había algo más que esa conciencia y perspicacia máxima... Y no sentía terror precisamente ante tal incógnita... no era a aquello que podía encontrarse más allá de lo perceptible... sino que quizá de descubrirle no sería capaz de responder. ¿Qué pasaba si se adentraba mucho en este infinito misterio?
"Hay muchas cosas evidentes como para que todo sea coincidencia” se decía entre pesadilla y pesadilla. ¿Escéptico? ¿Creyente?... no, no era ninguno de los dos. Simplemente anhelaba por fin saber la verdad. Saber qué hay más allá y poder probarlo. Quizá existe el cielo y el infierno. ¿De qué lado se iría?
Y todas las noches grita entre pesadillas. Grita por ayuda. Grita para no perderse a si mismo. Grita porque ve el futuro y grita porque no lo ve. Grita porque su verdadero yo se pierde en la profundidad del infinito de su propio ensueño.
"Tiene que haber algo más que esto” Se dice cada vez que falla al intentar explicar la existencia misma.
Y es que quizá cuando muera... se le dará más adelante otra oportunidad de vivir, de regresar... regresar al juego de sueños infinitos una vez más... y otra más... y otra más...

(Basado en "Infinite Dreams" de ~Iron Maiden, letra de Steve Harris)

sábado, noviembre 04, 2006

Flama Victoriosa -V- Luz Celeste (2)

Fue justo cuando mamá se quedó dormida que ella huyó de casa para vivir con su novio. Era una locura, pero así era el amor de aquellos dos. Un amor loco y desenfrenado, que no se detiene a pensar y se deja llevar por lo que dicta el corazón. Ella a sus quince y él a sus diecinueve.

Aoramid era aprendiz carpintero hacía algunos meses. Todavía no ganaba dinero suficiente como para mantenerse a sí mismo. Mucho menos a su novia. Pero no se trata de ser ricos, sino de ser felices, se decía una y otra vez, el amor lo puede todo, saldremos adelante.


El tórrido amorío sólo duró 3 noches. Zuama estaba embarazada.


“¿Qué rayos te pasa? ¿Por qué me mentiste? ¡Dijiste que estaba bien si lo hacíamos! ¡Dijiste que estaría bien! ¡Dijiste que era un día seguro! ¡Que nada pasaría! ¿Por qué me mentiste?”


“¡Lo siento! Perdóname... ¡Perdóname! ¡No pensé! Es que yo...”


“¡No! ¡No pensaste! ¿Qué vamos a hacer ahora? ¡Dime!... ¡Ah! Todo fue un error, ¡Desde el principio! ¿Por qué? ¿Por qué mentiste?”


“Es que... tenía tanto miedo a que te fueras si no lo hacíamos”


La relación terminó. Aoramid abandonó a Zuama y esta rogó a sus padres que la dejaran volver. Su padre jamás la perdonó. Su madre ayudó a Zuama a criar al niño. Lloraba la desdicha de su hija todas las noches y esto fue demasiado para ella. Dos meses después, sus negros cabellos se volvieron blancos, y apenas el crío cumplió 5 años, ella murió. Zuama tuvo que irse de su casa pues su padre no la dejó vivir ahí más tiempo.


En tierras de Alá una madre soltera no era bien vista. Tenía forzosamente que cruzar la frontera de fe y convertirse a la llamada “religión perversa”. En realidad nunca lo hizo, pero fingió (como casi todo converso) que había dejado su vieja fe.


En tierra de Dios, el Dios representado por el Obispo de Remaccia, claro está, no fue muy bien recibida. Su color de piel la discriminaba y la gente la limitó a vivir en los círculos de miseria morisca existentes en todas las ciudades de Dios. Dios quería más a los blancos.


Su única salida, como de toda mujer emigrante te tierras de Alá era la prostitución. Su exótico color de piel e inusual belleza la convirtió en una “dama de noche” muy popular entre los clientes y la metió en muchos problemas con las mafias que controlaban el negocio del “placer”.


Cuando su hijo cumplió 10 años, avergonzado de que su madre vendiera su cuerpo a hombres sin honor, huyó de casa para regresar a tierra de Alá. Zuama lloró. Pero el niño no hubo llegado lejos cuando fue capturado por unos comerciantes de esclavos y murió 2 años después de cólera.


A los 28 años tuvo un corto romance que le dio un trabajo en un popular antro nocturno, “La Luz Celeste”. La relación terminó, pero su trabajo lo mantuvo.


“En nombre de Alá, mátame”


El hombre se había vuelto loco y había matado a la mitad de las personas ahí dentro. Zuama por el susto no pudo hablar más que la lengua de Alá, sin embargo todavía podía entender la lengua de Dios.


“Esta es la verdadera justicia”

martes, septiembre 05, 2006

Flama Victoriosa - IV - Luz Celeste

Anochecía. El cielo se cambiaba de ámbar a purpúreo. Los faroles de la ciudad ya dejaban ver su romántico resplandor amarillo. La brisa soplaba refrescante entre tu cabello y ropa mientras avanzabas por el rústico empedrado, contrarrestando el caluroso ambiente que se sentía hacía algunas horas. Las joviales risas y murmullos de la gente te hacía disfrutar la caminata aún más. Todos los establecimientos (o casi todos), como era costumbre en el verano, tenían sillas y mesas en el exterior para que las parejas disfrutaran del suspiro del anochecer, para que pudiesen contemplar las estrellas. Era un lugar absolutamente precioso.
Conforme avanzabas, más olvidabas las palabras de Boltarión. ¿Cómo se llamaba el lugar aquel?. Un viejo anciano se te acercó a pedirte limosna, pero lo ignoraste, con tu hombro le empujaste y seguiste caminando. La Flama Victoriosa no habría ignorado el suplicio de esa ánima desafortunada. La Flama Victoriosa habría dado suficiente al pordiosero para que comiese bien esa noche (¡mínimo!). ¿Por qué ya no Seramís? ¿Acaso la Flama y tú no eran la misma persona? Tú, cuando te ordenaste, prometiste siempre cuidar del necesitado y vivir bajo los principios de honor y justicia inquebrantable que tu maestro Eorimante te inculcó desde pequeño. Quizá no lo ayudaste porque no tienes dinero. Eso es cierto, desde que dejaste la caballería, apenas tienes para comer. Quizá sea eso. Pero no lo creo, ¿tú qué opinas?. Así es. Estás amargado. No con Cirabriela. No porque el amor de tu vida resultó ser una ilusión. No porque el discípulo que criaste como tu propio hijo y en quien depositaste todo tu cariño, tiempo y toda tu fe había sido muerto por tu propia espada. No era eso. No porque Boltarión te convenció para que tomaras la última de las misiones. No. Estás amargado con el mundo. Aquel mundo por el cual luchaste tan fieramente. Aquel mundo que amaste con lo más profundo de tu ser, tanto así que estuviste a punto de perder la vida en un incontable número de ocasiones sólo por salvar al más insignificante e ingrato de sus habitantes. Eso es. Ingratos. Estás amargado porque son ingratos. Porque todos festejaban tus hazañas cuando victorioso, pero nadie recuerda tu nombre cuando perdedor. Estás amargado porque nadie te extendió la mano cuando eras tú el que se encontraba en necesidad y ellos eran quienes tenían la espada triunfante que podía acabar con tu sufrimiento. Estás amargado porque dejaron que la Flama Victoriosa se apagara. Estúpidos. Tú fuiste capaz de compartir el llanto con más de una moza, de servir de apoyo a más de un hombre, de ser escudo de más de un noble y de iluminar el camino de más de un pueblo. Hoy en día son contados con una mano los que recuerdan al gran Seramís de Zórvila. Los cuentos del Seramís son contados por grandes y chicos ignorando que el héroe de leyendas sigue con vida. Eras una llama inextinguible y esos ingratos te convirtieron en sombra imperceptible. No se merecen tu espada. No merecen que levantes el puño por ellos... Es por eso que no lo haces por los ingratos. Ni por Boltarión, o por Leonidio... no por la falsa Aurisiana que aún flagela tu corazón después de tanto tiempo. Lo haces por Seramís. Lo haces por la épica figura que alguna vez fuiste. En honor a la Flama Victoriosa, va este último trabajo.

Terminaste de recorrer la zona donde se encontraban las fondas y las tabernas y llegaste a la parte oscura de la ciudad: La zona de los prostíbulos. En los portales pululaban tanto borrachos desfallecidos como una que otra ramera en plena seducción. Toda la calle apestaba, los faroles estaban a media luz y hombres gritaban para convencerte de que dentro de su establecimiento, se encontraba la mejor gonorrea de todo el pueblo. Te asqueaste. “!LA LUZ CELESTE TIENE LAS MEJORES CHICAS DEL PUEBLO!”. ¿Luz Celeste? ¿Era ese el nombre que dijo Boltarión?. “¿BUSCAS DIVERSIÓN? SÓLO LA LUZ CELESTE TIENE CHICAS DE ALTA CALIDAD, SÓLO EN LA LUZ CELESTE PODRÁS VERDADERAMENTE SACIAR TU LIBIDO”. ¿Era ese? Era algo “Celeste”... ¿Recuerdas?.
Entraste en la Luz Celeste. El olor a sexo y tabaco inundaba todo el establecimiento. Delante, una pianola tocaba desafinada una molesta melodía, al ritmo de la cual las chicas en el escenario se desnudaban. En la barra llena de sucios criminales y mal vivientes, se encontraba el resto de las chicas que con sucias palabras intentaban ganarse ese maravedí extra. No te hacía ninguna gracia el lugar. Te sentaste en la barra. El cantinero te preguntó si querías beber algo pero tú no respondiste. Estabas concentrado. “¿A qué hora se presenta Zuama? Preguntaste- Debe ser la siguiente buen hombre, contestó el tabernero, ¿Vino a ver el espectáculo de Zuama la Persa, no? Casi todos aquí viene por ese motivo- Sólo he oído rumores, dijiste al cantinero, pero muero por averiguar si son ciertos.- Ten por seguro que lo son, contestó”.
La pianola se calló. Tú dirigiste tu atención hacia el escenario. Una mujer morisca se encontraba parada con ambos brazos detrás de la cintura. Esperabas el momento. Una música arabesca comenzó a escucharse. La mujer movía hipnóticamente la cabeza de un lado al otro. Sus caderas comenzaron a moverse delicadamente de arriba hacia abajo, intercalando lados... bamboleándose de atrás hacia delante. Pasando un pie al frente, comenzó a mover el vientre como serpiente, asegurándose que sus caderas se notasen. Sus manos lentamente comenzaron a recorrer cara parte de su bronceada piel, teniendo especial cuidado de seguir meneando la cadera en aquel lascivo ritmo. Sus hombros hacían juego ahora con sus caderas. Tú seguías esperando. La danza se volvía cada vez más sugerente. Haciendo a sus manos atravesar delicadamente su vientre, llegó a su abultado pecho y lo dejó al descubierto. Te levantaste. Pocos supieron qué pasó a continuación. De unas cuantas zancadas atravesaste el lugar hasta llegar a la pianola y con un fugaz movimiento, decapitaste al hombre que la tocaba. Giraste con el impulso para enfrentar al alarmado público. Los pocos que no huyeron en pánico intentaron aniquilarte. Pero fallaron. Después de que mataras al último de tus agresores te dirigiste por tu objetivo. La mujer se encontraba en una esquina temblando, intentando cubrir su desnudez. ¿Qué decía?. No le entendiste ¿Cierto?. ¿Qué le dijiste tú?. La tomaste de la muñeca y la sacaste. El cantinero que se encontraba agazapado detrás del mostrador asomó la cabeza. Lo mataste mientras salías. Al salir te quitaste la pañoleta que cubría la mitad de tu rostro. No es como si hubiese sido necesario traerla... Bien sabías que nadie te recordaba. ¿Habrá sido tu ego el que insistió en cubrir tu rostro?.
Ambos tú y la muchacha desaparecieron en la oscuridad de la noche.

domingo, agosto 13, 2006

Flama Victoriosa - III - Aurisiana

Estoy muy enojada. Hoy ordenan caballero a mi querido Boltarión, y por culpa de esta enfermedad no voy a poder ir. Odio las ceremonias, pero es un momento importante para mi hermanito... estoy tan orgullosa de él. Yo sé que no somos de misma madre, pero lo quiero como si fuésemos hermanos en su totalidad. Lo conocí cuando apenas tenía un año de edad, yo soy 3 años más grande, pero desde entonces lo he visto convertirse en todo un hombre de justicia. Cuando pequeños siempre solíamos jugar a ese juego... en ese en el que yo era la princesa y él el caballero que me rescataba... ¡cómo nos divertíamos!. Lo quiero tanto, no quiero perderme este evento tan importante para él. No, no lo haré. No puedo, iré aunque esté enferma... tengo que ir. Moza, por favor avisa a mi padre que voy a acudir a la ceremonia. No, no me importa estar enferma, tú ve y dile eso. Listo, ahora, ¿qué me voy a poner?, ¿dónde iba a ser la ceremonia? No, creo que no me dijeron. Ojalá sea donde mis padres se casaron... los Jardines de Larián, se llamaba, me parece. ¡Era precioso! Recuerdo que los caminos eran de mármol de Sarián, el ambiente estaba lleno del aroma de las cientos de miles de flores... Había una jardinera preciosa... ¿qué flores eran esas? No me acuerdo, ¿eran tulipanes?... no, esos no sobreviven en este clima... ¿qué sería?... ¡Ah! Y la terraza era preciosa también... tenía como un techo... pero no me acuerdo... ¿Era blanco?. ¡No! Dígale a mi padre que pienso ir... ¡Sí! No me importa la enfermedad... No, no puede prohibírmelo. Sí, me estoy tomando mi medicina... No, la de Cirabriela de Toletán... sí. Demonios, dígale que venga... Carajo, mi padre suele ser tan necio, siempre es lo mismo. ¿En qué le incomoda que yo vaya?, el doctor dijo que estoy fuera de peligro. Digo, me duele un poco el pecho, pero ya no es tan insoportable como antes... sólo quiero ir a la ceremonia, no a la fiesta... No me voy a arriesgar tampoco. Aunque dicen que el apuesto caballero de la Flama Victoriosa estará en la ceremonia y en la fiesta. Jamás lo he visto, pero me dijo Cirabriela, que es su madrastra, que es muy bien parecido. Jamás se fijaría en mi, siendo yo tan enfermiza y débil... pero no deja de ser una maravillosa oportunidad de ver al legendario caballero... ¡Ah! Y quizá mi hermano me lo pueda presentar... ¡Imagínate si pudiera yo hablar con él! Ay no, qué pena... yo en tan mal estado... pero ¿te imaginas? ¿Que hable con el gran Seramís? ¿Y qué tal que se enamore de mi? ¡No! No podría... ¿Pero y si sí? Y nos enamoramos... y luego nos casamos... Aurisiana y Seramís... suena bonito. Y así... y así... ¡Ahhh! ¡Y así quizá podría serle de más ayuda a Boltarión! Pues Seramís y Boltaríon serían familia... y entonces... Ah... ¡Quiero ir a la ceremonia!. Padre, ahora sí... no, no me he tomado la medicina del doctor del Este, Cirabriela dijo que era un hechicero malvado... Sí, claro que confío en ella, es familiar de Seramís de Zórvila a fin de cuentas, ¿Tú no confías en ella?. No papá... no... Sí, estoy segura de que quiero ir... Nada más a la ceremonia. Porque es un momento muy importante para mi hermano. Te prometo que regreso después de la ceremonia. Sí. Gracias papá. ¡Perfecto! ¡Qué alegría! Voy a poder ir a ver a mi hermanito en el momento más importante de su vida... y quizá conozca al Seramís de Zórvila. Bien, ¿Qué me pongo?. ¡Mozas! Me voy a vestir, ayúdenme por favor... Cierto, mi medicina. Cirabriela es una mujer tan buena, ¡y muy talentosa! Su medicina me ha quitado los malestares de manera increíble... ¡Mozas! ¿Dónde están?. ¡Ah! Señora Cirabriela de Toletán... ¿Qué hace usted aquí?. Pero la medicina que tengo funciona, ¿para qué necesito esa?. ¿Cómo se enteró de que iba a salir?... Ah... ¡Ah! De acuerdo, ya entendí, entonces... ¿Esa nueva medicina es de prevención por si quiero salir? Para que la gente no se contagie, ¿no?. Ah, perfecto, también eso. Sí, no quiero empeorar. ¿Ya se va?. ¿Usted también va a la ceremonia de mi hermano?. Qué bueno. Dicen que irá su hijo, Seramís. Sí, me había dicho que era muy apuesto. ¿De verdad? ¿Haría eso por mi? ¡Gracias!. No, no creo que se enamore de mi... Jé, gracias, pero no soy tan bonita... soy débil y enfermiza. ¿Usted cree?. Pues sí... sí me gustaría. ¿De verdad?. Muchísimas gracias. Nos vemos en unas horas. No es posible que sea cierto. Pero ¿sí será posible?, ¡Ay! ¡Necesito a esas mozas! Voy a lucir espectacular aunque enferma. Es muy buena Cirabriela por traerme esta nueva medicina. Voy a tomármela de una buena vez. ¡Caray! Olvidé preguntar si con este nuevo medicamento iba a poder ir a la fiesta... Sabe horrible... Ay... me siento mal, tengo nauseas, necesito ir al baño. No veo... muchas lágrimas en los ojos, necesito limpiarme. ¡Ouch! ¿Qué hacía esa cosa ahí?. ¿¿Alguien me escucha??. Necesito ayuda, no me puedo levantar... ¡No me puedo mover!... no... mi cabeza... se adormece. Tengo miedo, ¿Me voy a morir? No me quiero morir. No me quiero morir. No me quiero morir. Boltarión, no puedo hacerle esto a Boltarión. No me quiero morir. Necesito ayuda. Boltarión... discúlpame. ¿Por qué ahorita?... Cirabriela... ¡Esa bruja!... ¿Será?... Pero.... no creo, ¿o sí?. ¿La medicina de Cirabriela? ¿Me mató su medicina?... no... no puedo morir. Debo abrir los ojos... No puedo morir hoy. ¿Por qué?.

sábado, julio 29, 2006

Flama Victoriosa - II - Leonidio

Otra aventura había sido completada satisfactoriamente. Leonidio y Seramís esperaban sentados en el suelo el llamado al abordaje de la Galera Real. Boltarión y Amargel, mientras tanto, se encontraban a la orilla del Puerto, fumando, charlando y disfrutando del ambarino atardecer. No había mucho movimiento ese día. El empedrado estaba casi vacío, sólo había unos cuantos cargadores, transportando mercancía de un navío al otro. Seramís estaba realmente feliz de haber completado la misión sin que surgiese ningún problema. Giró un poco la cabeza y miró a Leonidio que estaba casi dormido. Era increíble que aquel muchacho que desde pequeño le había sido encomendado, hubiese resultado tan gallardo y valiente caballero. En la época en la que la leyenda de Seramís apenas comenzaba, un niño de poco más de 5 años le había sido entregado por su agonizante madre, con la humilde petición de que lo formase caballero andante, que se le instruyeran valores de moral y justicia universal, y que le fuese otorgado el poder de una espada que protege desinteresadamente al necesitado. Fue duro al principio, sin embargo, había resultado todo un éxito. Leonidio era como su hijo, y para este, Seramís era como su padre.
“En seguida vuelvo” Dijo Amargel a Boltarión mientras se dirigía hacia Seramís.
“¿Listo para volver, Flama Victoriosa?” Preguntó Amargel a Seramís.
“Más que nunca” respondió satisfecho, “Qué me dices tú?”. “No del todo, Seramís, aún tengo algunas cosas que hacer” dijo Amargel sosteniendo en su mano una carta. Seramís la vió con desinterés. “¿Qué es eso?” dijo mientras la tomaba para echar un vistazo más de cerca. Era una carta de Aurisiana, la prometida de Seramís, media hermana de Boltarión. “¡¿Qué demonios es esto?!” Gritó Seramís al leerla. Pero apenas levantó la mirada, Amargel arremetió con un poderoso golpe de su espada. Seramís rodó a un lado, pateando al adormecido Leonidio fuera del peligro. Leonidio despertó confundido. Seramís se puso de pie e hizo frente a Amargel. Pero no hubo terminado de desenvainar su espada cuando una lluvia de flechas incendiarias atravesó el cuerpo Amargel. Boltarión guardó su arco. Creyeron que habían derrotado a Amargel, pero este se levantó inmediatamente después de tocar el suelo. Mirando con furia a su agresor, arremetió contra él. Boltarión dio un paso atrás y tomó el primero de sus 3 floretes. Amargel tomo con ambas manos su espada. Boltarión se quedó quieto. Ambos precipitaron sus espadas. Boltarión en un parpadeo desenvainó. Ambos metales chocaron, pero la velocidad superior de Boltarión provocó tal rebote al sable de Amargel que le hizo retroceder varios pasos y perder el equilibrio. Mientras tanto, Leonidio, sospechando que magia mantenía con vida a Amargel, había ya descifrado el nombre del maligno hechizo. Era el hechizo de rencor "Aniquila". No iba a morir hasta haber puesto fin a la vida de su víctima. Seramís atacó con una serie de sablazos que ágilmente fueron evadidos por su antes compañero de batallas, que aprovechaba el desequilibrio que los ataques causaron a Seramís, para hacer una profunda herida en su pierna derecha. Seramís gritó de dolor. De su herida brotaron chispas que después se transformaron en una flama que inmediatamente cerró la lesión. Seramís, ahora sandado, se abalanzó ferozmente sobre Amargel y le embistió, dando con él en el suelo. Amargel intentó levantarse, pero Seramís le empaló en con su espada. Leonidio rápidamente colocó la punta de su espada en la cabeza de Amargel y profirió un contra-conjuro. Al fin, sangre comenzó a salir por todas las heridas de Amargel y lentamente murió.
Boltaríon y Seramís se quedaron perplejos mirando el cadáver de su compañero. “¿Qué fue lo que pasó?, preguntó Boltarión. Iba Seramís a responderle cuando Leonidio notó la carta que Amargel había entregado a Seramís, y que ahora era llevada por el aire. Le atrapó. Pero de la firma de Aurisiana salieron arañas que pronto invadieron el brazo de Leonidio. En pánico comenzó a agitar el brazo. Boltarión y Seramís se alertaron y corrieron en su ayuda. Pero ahora, donde estaba la carta, se encontraba Aurisiana. Seramís se detuvo. “¿¿Qué demonios sucede aquí??” gritó Boltarión, “Aurisiana, ¿Qué significa todo esto?”. Leonidio se había ya deshecho de los bichos y estaba en el suelo, cerca de la orilla del muelle. Aurisiana levantó la mirada y se dirigió con una dulce voz a Seramís, “Amor mío... ¿Qué sucede? ¿No estás feliz de verme?”. Seramís estaba demasiado confundido para contestarle. “Acabaron ya con el Dragón de Peña Negra... no me son de más utilidad” Dijo Aurisiana al ver que su amado no le contestaba. Tras esto, su rostro comenzó a deformarse lenta y sutilmente creando la imagen de una nueva persona. “Cirabriela...” Dijo Seramís, casi susurrando. “La boda se cancela, amor mío” dijo Cirabriela con una pícara sonrisa en el rostro. “¿La conoces, Seramís?” Preguntó Boltarión. “Sí” Respondió después de unos instantes, “... Es mi madrastra”. “¿Tu madrastra?...” Preguntó confundido Boltarión. “Ella es... ¡Cirabriela de Toletán!” dijo finalmente Leonidio, “¿¿Qué le has hecho a Aurisiana??”, gritó el joven caballero. Cirabriela le miró con desprecio. “Está muerta desde hace años”, dijo finalmente. Seramís sintió un enorme dolor en el pecho. “¿Duele, gran caballero de la Flama Victoriosa?”, dijo riendo la mujer. A Seramís le faltaba el aire... su cabeza daba vueltas. Tras unos segundos, perdió el equilibrio y se arrodilló. “¡Mientes!” Gritó Boltarión, “¡Mi media hermana está viva, la vimos antes de comenzar esta empresa, esto es sólo uno de tus hechizos!”. Cirabriela soltó una enorme carcajada, “Tu hermana murió enferma el mismo día que te ordenaste caballero” dijo, “Desde entonces he sido yo quien tomó su lugar”. “Mentira...” susurró Boltarión. Seramís ya había pasado de la perplejidad a la furia. Leonidio tomó su espada y comenzó a acercarse lentamente a la engañosa mujer. No comprendía muy bien qué sucedía... pero estaba seguro que debía ser eliminada. Tomando una de sus hombreras la lanzó cuidadosamente a un costado de Cirabriela con el propósito de distraerle. Esta volteó inmediatamente por el ruido de la pieza de metal y Leonidio aprovechó para atacar. Seramís hizo lo mismo, sin embargo en el momento en el que este último llegó a su objetivo, Cirabriela había mágicamente cambiado lugares con Leonidio. Ensangrentado, el cuerpo del muchacho se desplomó en el empedrado del muelle.
Seramís lloró.
Cirabriela escapó esa vez, moriría a manos de Seramís años más tarde, antes de que este abandonara la caballería.

Flama Victoriosa - I - Legendario

El galante atuendo que Boltarión portaba dejó perplejos a todos en el recinto. Dio una orden con la mano y ambas sus escoltas se amartillaron en la puerta de madera. Comenzó a caminar cuidadosamente por el lugar, examinando uno a uno a los hombres que, extrañados y con aspecto tosco, no dejaban de inspeccionarle. No era una estancia muy grande, pero estaba llena de toda clase de criminales y zánganos sucios y malolientes y sin embargo, ocultando su desagrado, continuó su búsqueda. Al fin, le encontró dormitando y ebrio al fondo de la taberna, con un camisón manchado y su largo cabello desaliñado, unos pantalones en harapos y con un par de botas desgastadas. Era el mismísimo Seramís de Zórvila, el legendario “Caballero de la Flama Victoriosa”. Se encontraba mal sentado en un banquillo de madera, recargado en la grasienta pared, con la cabeza baja y la mano izquierda sosteniendo una botella. Levantó el rostro para darle un trago al casi vacío envase y fue cuando notó que Boltarión se le aproximaba. Con expresión de descontento, dejó la botella en la mesa y con tambaleante equilibrio se puso de pie, mientras Boltarión le observaba atento al irse acercando. Seramís pasó su mano izquierda al cinturón y tomó la empuñadura de su espada. Las personas a su alrededor, que no dejaban de verle, cuidadosamente se pusieron de pie y se comenzaron a alejar. Boltarión notó las intenciones del caballero y pasó mano al primero de los 3 floretes en su cinturón. Seramís desenvainó su tizona y la ondeó a una mano con torpeza. Boltarión siguió aproximándose. Seramís levantó la mirada. Boltarión se detuvo. Y ambos esperaron.

Seramís abrió los ojos. La luz le molestaba. Después de unos minutos, se talló el rostro y comenzó a inspeccionar el lugar. Estaba siendo transportado en un lujoso carruaje. Sus ropas ahora estaban limpias; y delante de él, mirándole atentamente, se encontraba Boltarión. Las preguntas comenzaron a surgir, y casi al mismo ritmo, las respuestas hicieron su aparición. Seramís no estaba contento. El paisaje que se podía contemplar al otro lado de las ventanas del carro consistía en un bosque rojo. Gigantescos árboles de tallo marrón claro estaban coronados por hojas rojas como la sangre. El bosque del Renacer.
“¿Y qué si me niego?” bufó Seramís con una mirada de odio hacia su captor. “Sabes que no puedo amenazarte con nada, Seramís de Zórvila...” Respondió Boltarión, “Sin embargo, al Caballero de La Flama Victoriosa del cual hablan las leyendas no hay por que amenazarle, el simple código de moral y rectitud que rige sus actos le obliga a emprender incluso las más inesperadas empresas en nombre de la justicia...”. “¿Caballería andante? Vamos, sabes que los caballeros andantes no existen, eso que dices son sólo cuentos de hadas” Dijo finalmente Seramís no muy convencido de su posición. Ambos se quedaron en silencio. “Sabes muy bien que estás obligado a ayudarme... la memoria de Leonidio te obliga” Dijo Boltarión después de un largo silencio, “Sabes perfectamente que no fuiste el único traicionado”. Seramís no contestó y desvió la mirada. “¿Qué me dices de Galadeco de Toletán?” Preguntó Seramís, “¿Por qué no él?”. Boltarión le miró furioso, “Sólo tú puedes hacerlo”, dijo. “Pues lo siento, viejo amigo” contestó inmediatamente Seramís, “Pero no seré yo esta vez".

sábado, junio 24, 2006

Con el mar

¿Qué fue ese ruido?
Se detuvo. Todas las noches hacía el mismo recorrido. Con el poco dinero que le había sobrado después de comprar la comida, se compraba la botella más barata de aguardiente que había en la vinatería del viejo McArthur. Solía caminar por todo el entablado, bebiendo. Ahogando penas de un pasado que casi ya no recordaba, para llegar completamente ebrio a su choza ubicada en una orilla del muelle. Llevaba haciendo esto durante 18 años, y era la primera vez que escuchaba sonidos más allá de los cotidianos a esas horas de la noche.
Podía ser que el alcohol estaba surtiendo efecto... pero aún era temprano y su borrachera muy raras veces venia acompañada de alucinaciones.
La noche estaba muy clara, la luna resplandecía en el estrellado cielo, reflejándose en el calmo piélago negro azuloso. El ambiente estaba inundado de humedad salada y el aroma de madera vieja. El faro que iluminaba la calle estaba fundido, pero no hacía ninguna falta. El sonido del oleaje, los grillos y el rechinar de la madera de los botes se mezclaban con el zumbante silencio, saturando los oídos con su música.
Ahí esta otra vez.
Había a unos 10 o 15 metros de el, una figura mirando hacia el mar. La luz y el alcohol no le dejaban distinguir si era hombre o mujer. Se acercó lentamente, pero fingiendo indiferencia.
-Buenas Noches...-
La misteriosa figura no pareció escucharlo, pero a riesgo de hacer el ridículo diciéndolo de nuevo si es que el extraño lo escuchó la primera vez pero decidió ignorarle, siguió caminando.

“... Él entonces, la caja de tabaco enseñó,
Y gritó, y tomo a la entregada muchacha,
Si me amas tú.... como te amo yo,
No hay par tan feliz como nosotros dos.”

Una delicada y andrógina voz cantaba “el Amuleto”, un viejo cántico inglés.
Sintió como si le golpearan el pecho. Se detuvo de nuevo.

-Linda canción... me trae memorias, ¿Es usted de por aquí?-
Hubo un largo silencio.
-No, es la primera vez que vengo- Respondió el individuo.
Aun no podía afirmar si era hombre o mujer.
Una extraña tensión crecía lentamente entre ambos.
-¿Cuál es su nombre?- pregunto la figura.
-¿Cuál es el suyo?- Respondió
-Tengo muchos-
-Yo también-
-¡Casualidad!-
Silencio.
-Oiga... La canción que estaba cantando hace unos minutos, ¿la conoce?-
-Si... Es una canción que me hace recordar...-
-¿Viejos tiempos?-
-Mi esposa...-
-¿Y qué?-
-¿Perdón?-
-¿No quiere usted recordarla?-
Silencio.


-¿Qué hace aquí solo en el muelle?-
-Miro el mar... ¿Y usted?-
-Doy un paseo...-
-¿Qué es eso que está bebiendo?-
-No es nada...-
-¿Dónde esta su... Esposa? ¿Era esposa?-
-Si... ella murió hace casi 20 años, de neumonía...-
-¿Lo lamento?-
-¿Es eso una pregunta?-
-No lo sé, decídalo usted.-
-...-
-Nostalgia... ver el mar me hace sentir cierta nostalgia...-
-¿Cómo dice?-
-¿No lo siente? ¿No siente como el mar, con su triste mirada, nos invita a desahogar nuestras penas? El mar entiende que somos débiles. Comprende que nuestra tristeza es efímera. Y sabe muy bien que nuestra felicidad lo es aún más. Ya que el mar es sabio... Es probable que sea el único que sepa como dar consuelo a un alma en sufrimiento con su suave canto, delicioso aroma y cálido aliento.. Hay algo en su sencillez que... ¿Alguna vez se ha puesto a mirar el mar?-
-Hace mucho que no lo hago-
-¿Por qué?-
-No tengo tiempo-
-¿Es usted marinero?
-Lo fui hace mucho, hoy en día trabajo en una pescadería...-
-... Oh... ya veo...-
-¿Dónde trabaja usted?-
-En la fábrica que esta justo detrás de usted-
-... Ahí no hay nada, no veo ninguna fábrica-
-¿Ah no? Para mi es tan clara como la Luna-
-¿De que está usted hablando? ¡Ahí no hay ninguna fábrica!-
-Pero... Y si la hubiera... ¿Entonces me creería?-
-¡Pues claro!-
-¿Qué tal si le estuviese mintiendo?-
-¿Por qué lo haría? ¿Qué ganaría usted?-
-¿Qué gané con decirle que trabajaba en una fábrica inexistente?-
-Nada... Pero...-
-¿Por qué habría diferencia en el objetivo de mi mentira de existir tal lugar?-
-Pues...-
-Le mentí porque quise hacerlo-

Creyó dejar de ver a la figura por un segundo... pero después de parpadear varias veces para afinar su visión... descubrió que ahí seguía.

-Extraña a Susan ¿eh?-

Se le empalideció el rostro.

-¿Cómo sabe que su nombre era Susan?-
-Usted me lo dijo-
-No, no es cierto-
-Yo eso recuerdo...-
-¿Quién demonios eres?-
-...-
Una clara y serena mirada le petrificó.

-Tú... ¡Tú me arrebataste a Susan!...-
-Yo no le contagié de neumonía-
-Yo confiaba en ti...-
-Y yo en ti-
-¿Por qué no me dejaste regresar?-
-¿Yo?-
-No me dejaste estar con ella en su enfermedad... no pude estar con ella en su agonía...-
-¿De verdad?-
-¡Yo quería regresar!-
-Eso lo sé...-
-¡Yo quería estar con Susan!-
-¿La amabas?-
-Sabes que lo hacía... te lo dije muchas veces...-
-Ella te amaba mucho... me lo dijo-
-¿De verdad?-
-Sí...-
-¿Qué más te dijo?-
-Ella estaba feliz de que fueses marinero...-
-...-
-Y me pedía que te cuidara...-
-...-
-La noche en que partiste... me confesó sobre su enfermedad... me pidió que te mantuviese lejos mientras moría, pues no quería que la vieras sufrir... y me pidió que te dijera... que su vida comenzó cuando te conoció, y que no hubo día en el que no agradeciera al cielo que fueses parte de su vida... me pidió que te diera las gracias... –

Se mantuvo quieto en la misma posición, mirando al horizonte.

-Oye viejo amigo... te gustaría dar un paseo, como en los viejos tiempos- dijo él.
-Me encantaría- contestó la figura.


¿Qué fue ese ruido?
Se detuvo. Su bote le había pegado a algo. Pensó por un segundo que quizá era una piedra. Pero todas las mañanas hacía el mismo recorrido para salir del muelle lleno de pequeños botes pesqueros como el suyo y jamás había topado con ninguna piedra en 30 años. Se asomó para mirar qué era lo que había golpeado. El bote era pequeño, con una sola vela y una cabina para el piloto. Sólo cabían 3 personas como tripulación y ambos eran sus hijos, un par de bronceados y fuertes jóvenes.
Entre todos sacaron el cuerpo. Era el cadáver del marinero anciano y viudo del pueblo, ese que caminaba en las noches bebiendo y gritando por todo el entablado, aquel que vivía en esa vieja choza al final del muelle...

miércoles, junio 21, 2006

No más - 5

-¿Y la bruja?- Preguntó Ajedrez.
-La maté- Respondí.
-Soy joven, no pendejo-
-De donde vengo, es lo mismo-
-Me da lástima tu procedencia-
-Me daría lástima la tuya, pero no tienes- Dije burlándome.
-...-
-No sé qué le pasó a la pinche bruja... ¡Pero me vale!-
-¿Dundi’stán Raúl y Raúl?- Preguntó Tixfani.
-Ellos pues... están por nacer...-
-Eres la definición de “Estúpido”, ¿Te lo había dicho?- dijo el niño.
-Y tu chingas a tu madre... ¡Ah! Cierto... ¡no tienes!-
-Parecen divertirte ese tipo de bromas ¿eh?-
-No te haces una pinche idea-
-Y... ¿Dundi’stamos?-
-Sepa-
-Ay pendejo...-
-¿Y luego? ¿A dundi’vamus?-
-Sí... llevamos días caminando... ¿A dónde vamos?-

Hubo un largo silencio...

-Vamos a...- hice una pausa... – Vamos a buscarnos... otra caja de trailer-
-¿¿Qué??-
-Me oiste-
-¿¿Para qué coños queremos otra de esas mierdas??-
-Para vivir, pedazo de animal-
-No puedes estar hablando en serio...-
-Si no te parece la idea, lárgate-
-Oye'z, pos'tá güeno eso pero... ¿Di’ondi amos a sacar la madr'esa o qué?-
-Pues del mundo, obviamente-

Y sonreí.

No más - 4

Me dolió cuando abrí los párpados... Estaba empapado en sudor y pegado a la caja de trailer como si me hubiesen soldado a ella. El calor era tan abrasador que no podía moverme ni un centímetro...
Sentía cómo el sudor que empapaba mi cuerpo burbujeaba por culpa del hirviente sofocación a la que éramos sometidos sin piedad. Por un momento llegué a temer que mi sangre fuese a evaporarse... en mi cerebro no cabía otro pensamiento más que el dolor.
Con mucha dificultad respiraba en pequeñas inhalaciones y ruidosos jadeos por exhalaciones. De no ser por la cobija sobre la cual dormía, mi piel habría sido tostada por la lámina de la caja.

-¿Qué te pasa?-

Una figura frente a mi me observaba. Yo no podía ver bien...

-Eh... Erh... Egh...-

No pude decir nada.

-No te puedes mover... ¿Verdad?- dijo la figura – es como el día en que llegué...

Ahí me di cuenta que era Ajedrez... ¿Por qué él sí podía moverse y hablar?

-Pensé lo que dijiste... y decidí que me tengo que ir de aquí-

“¿Qué?”

-¿Quieres venir conmigo?-

“¡¿A dónde?!”

-Eghh... – intenté hablar pero no pude hacerlo...

-La vida nos espera... podemos iniciar de cero-

“¡NO! Niño... espera...”

A su lado apareció otra figura... una muy ancha...

-Aún no lo entiendezzz... ¿¿verdaddd??- dijo la segunda silueta- Este niño es tu salvación... Es el Virgilio de tu Dante. Él puede sacarte del infierno-
-Así es- Dijo Ajedrez.- Sígueme, que tu pasado no importa ya, no se te juzgará más-

“¿Infierno?”

-Hoy mis plegaa~aarias al santísimo terminan, te toca decidir a ti, pues así lo manda Dios nuestro Señor...-

“¿Quién eres? ¿De qué chingados hablas?”

-¿Saa~aabez porqué no puedezzz moverte?-

“¿Alguien más está viendo esto?” miré con pesadez por el rabillo de mi ojo derecho buscando a Tixfani o a Raúl... o Raúl... pero no encontré a ninguno...

-Poooorque... ¡¡Te rendiste’zzz, ante Satanázzzz!!! ¡¡AHHHH!!!~ Ephpheta, quod est, Adaperire in odorem suavitatis!!... Tu autem effugare, diabole; appropinquabit enim judicium Dei!!-

“¡¡¡La pinche bruja!!! ¡Es la pinche bruja! Pero ¿Por qué se está moviendo? ¿Qué hace Ajedrez con ella? ”

- Abrenuntias satanae?-

“¿Qué carajos?”

-Erghh... ah... –

-Todo está en tu mente- dijo el niño- Vives atormentado por tu propio fantasma, el fantasma de tu yo ya muerto-

“¡Cállate pinche mocoso! ¿Estuviste hablando con la bruja? Te dije que no lo hicieras... ¡Está loca!”

-Déjalo descansar en paz...-
- Abrenuntias satanae?-

“Ahh... necesito... poder... despegarme...”

-Pues esa persona...-
- Abrenuntias satanae?-

“Necesito... poder...”

-Ya no eres tú...-
- Abrenuntias satanae?-

“Romperle... el hocico...”

-Eres otra persona...-
- Abrenuntias satanae?-

“¡AAAGHH! ¡DUELE¡”

-Completamente nueva...-
- Abrenuntias satanae?-

“Creo... que me... estoy...”

-Te mantienes en este purgatorio-
-Abrenuntias satanae?-

“Despegando... un poco... no... ¡Carajo!”

-Porque tienes miedo a intentar de nuevo...-
-Abrenuntias satanae?-

“Todo... es mi... culpa...”

-Pero... jamás se intenta “de nuevo”... –
-Abrenuntias satanae?-

“No debí... hablarte... así”

-Siempre se intenta por primera vez...-
- Abrenuntias satanae?-

“No... debiste... venir...”

-'Un hombre jamás se baña 2 veces en el mismo río'-
- Abrenuntias satanae?-

“Nunca...”

-Tu “yo” actual, es distinto...
- Abrenuntias satanae?-

“Perdóname... Ajedrez...”

-Al que escapó... -
- Abrenuntias satanae?-

“¡Ni... ni siquiera puedo llorar por ti!”

-Y aquel es otro mundo... -
- Abrenuntias satanae?-

“¡¡Debimos aniquilar a esa bruja cuando tuvimos la oportunidad!!”

-Distinto al que dejaste...-
- Abrenuntias satanae?-

“Raúl tenía razón...”

-¿Tu esposa?... ¿Tus hijas?...-
- Abrenuntias satanae?-

“Eras sólo una carga...”

-No más-
- Abrenuntias satanae?-

“Tú Ajedrez...”

-Hoy, te ofrezco la oportunidad... -
- Abrenuntias satanae?-

“¿Qué hacías en nuestro averno?”

-De nacer en ese nuevo mundo...-
- Abrenuntias satanae?-

“Ese día en el que llegaste... era como este...”

-Y salir del infierno...-
- Abrenuntias satanae?-

“Quizá... no eras un prisionero más...”

-De tu propio subconsciente...-
- Abrenuntias satanae?-

“Tu eres... la cordura que queda en mi...”

-¿Aceptas?-
- Abrenuntias satanae? (¿Renuncias a Satanás?)-

“Amén (Así sea).”

El dolor invadió entonces mis órganos internos... y retorciéndome dejé escapar un agónico alarido...

martes, junio 20, 2006

No más - 3

Tuve un sueño horrible... era un sueño de mi pasado. Veía a mi esposa con otro hombre, riéndose de mi mientras hacían el amor, insultando mi virilidad entre lascivos jadeos y profundos gemidos... Veía a mi hija la mayor siendo tocada por su maestro de matemáticas... mientras el le susurraba suciedades al oído. La amenazaba que si decía algo la reprobaba y perdía la beca de excelencia. Lloraba todas las noches en su cuarto desconsolada. Incluso algunas noches se podía oír la regadera prendida. Era mi hija que se bañaba una y otra y otra vez, esperando así dejar de sentirse sucia. En mi trabajo mi compañera de oficina me acosaba. Fingía llamadas por teléfono y decía cosas sucias. Me mostraba su escote y pantaletas a propósito, fingía tropezarse para tocar mis partes y me hacía preguntas indecorosas de mi vida privada. Y por las noches, antes de regresar a mi casa, siempre le hacía una visita sexual a su departamento... Más por obligación que por placer... ella tenía un hijo mio... Un compañero de trabajo nos atrapó y me obligó a hacer transacciones ilegales con el dinero de la compañía para no delatarme. Hicimos una serie de inversiones que fracasaron una a una.

-Taba’sudandu... p’nsé qui t’ibas’ahogar- Dijo Tixfani. Eran aproximadamente las diez de la mañana.
-Era nomás una pesadilla- contesté
-Ah güeno...-
-Ah... tengo sed, voy a buscar algo de tomar... ¿Vienes?-
-No, mejor no-
-Bueno-
Salí y comencé a caminar. Estaba lloviendo un poco, no lo suficiente para tomar agua de lluvia. Saqué mi navaja y empecé a cortar y pelar tunas. Después de unas 3 o 4... emprendí el regreso.

-¿A dónde vas?- Dijo Ajedrez, que se encontraba sentado en una piedra.
-¿Tú qué haces aquí?- le contesté
-Yo pregunté primero-
-Voy de retro, vine por tunas-
-Oh... entonces te dejo continuar tu camino-
-Hazte pendejo... contesta, ¿qué haces aquí?-
-Me paseo-
-¿Estás escapando?-
-No soy su prisionero, la palabra “escapar” está mal empleada-
-No eres prisionero nuestro... pero sí de tu circunstancia-
-...-
-¿Ah verdad? Pendejo...-
-...-
-Contesta ¿Estás escapando?-
-No...-
-... ¿qué? Perdón, no te escuché...-
-¡Que no!-
-Te da miedo ¿verdad?-
-No sé que sea eso-
-Te da miedo que si lo logras, te decepciones ¿no es así?-
-No...-
Hubo un largo silencio.
-Me da miedo que si lo logro- Dijo el niño- No sea capaz de entender... o de asimilar ese mundo... y termine deseando volver al trailer...-
-¿Qué?... ¿por eso no escapas?-
-¿Mande?-
-Tarado... a tu edad no deberías pensar esas pendejadas, niño bruto, si quieres irte, vete, y olvídate de las consecuencias... Después habrá tiempo de pensar en ellas cuando lleguen... Este tipo de cosas se hacen y ya-

El niño comenzó a llorar... yo lo abracé.
Nunca supe por qué... pero definitivamente ese niño era fuera de lo ordinario... a veces, cuando lo pienso mucho, llego a creer que no era un ser humano...
Cuando el niño dejó de llorar, dejó de llover... y regresamos a la caja.

sábado, junio 03, 2006

No más - 2

-Ya me estaba aburriendo... qué bueno que despertaste- dijo Ajedrez que se encontraba recargado en una puerta mirando el violeta amanecer. Eran aproximadamente las 5 de la mañana.
-¿Dormiste bien mocoso?- le pregunté.
-Sí, dentro de lo que cabe... –
-Dios mío... ¿No puedes hablar como un niño de tu edad?-
-Jamás he tenido el placer de conocer alguno, ¿recuerdas?-
-Sí, pero ninguno de nosotros hablamos así... no me explico...-
-Supéralo-
-Ya cállate-
Nos quedamos en silencio algunos momentos. El niño no tenía la culpa de ser así. Se merecía algo mejor en verdad, pero estaba junto con el resto de nosotros condenado a cumplir sentencia en la caja trailer. ¿Cuál habrá sido su crimen?.
-Oye...- dijo el niño- ¿y si nos vamos de aquí?-
-No tenemos a donde ir, por eso estamos aquí- le contesté...
-Pero... es que... esto no puede seguir así-
-¿Seguir cómo? No sufres, no trabajas, no tienes responsabilidades...-
-Nunca las he tenido...-
-¿Para qué quieres tenerlas?-
-Para vivir...-
-Estás vivo, déjate ya te estupideces-
-No, esto no es vivir, esto es sobrevivir... quiero una de esas vidas que todos ustedes cuentan, quiero experimentar algo más que 5 pseudo-individuos que huyen de una vida que no comprendo y jamás he experimentado... quiero conocer...-
-El mundo allá afuera no es lindo, por eso escapamos, ¿no habías pensado en eso?, La gente allá sufre, llora, se agobia, mata y es matada, maltrata y es maltratada... Aquí no, por eso estamos aquí, porque aquí somos felices-
-Pues si es así, quiero ser infeliz...-
Hubo silencio...
-Estas enfermo de algo muy feo niño...-
-Quiero irme de aquí...-
Tixfani despertó en ese momento, él estaba justo del otro lado de la caja, frente a mi.
-Buenzz días... – dijo con ese extraño acento que lo caracteriza.
-Hola carnal- contesté
-Buenos días – dijo el niño
-Y... ¿qui vamzz’acer el día di’oy o qué?-
-Lo mismo que todos los días, compadre-
-Pudrirse hasta morir- dijo el niño.
-¡Ciérralo mocoso!-
-Sss... eh.. ¿Qui’trai?-
-No sé, anda raro... ni lo peles-
-Güeno...-
-Pues ¿qué te parece si vamos a buscar algo de comer?
-Qué te parece si mejor te armas de valor, decides por fin enfrentar los fantasmas de tu pasado y nos vamos de este infierno en caja-
-A ti ni quién te hable, pinche mocoso amargado...-
-Ah chingá, ¿tons mi decías a mi?-
-Simón, vámonos Tixfani-
Salimos de ahí, el niño estaba muy molesto ese día en especial. Hacía ya algunas semanas que nos pedía que saliéramos del trailer, pero no podemos, no tenemos a donde ir. Y si ahí estábamos bien, nadie encontraba motivo para escapar. Regresamos con tunas y nopales, y Tixfani se las ingenió para atrapar 2 víboras de cascabel... sabían horrible pero era algo de proteína al menos...

-Qué onda, a desayunar- Les dije a Raúl y a Raúl.
-¿Cómo andamos carnal?- Me dijo Raúl mientras se rascaba la axila.
-Bien bien, ¿ustedes?-
-Mal- contestó Raúl que estaba justo detrás de Raúl, quitándose el pelo de la cara- Pinche Raúl se pedorreo cabronamente toda la noche.
-Ni modo güey, pedo con sueño no tiene dueño- contestó Raúl.
-Como tú no eres el que se los fuma, ¿verdad pendejo?-
-¿Ya terminaste’s? ¿Podemos comer?-
-Pedorro...-
-Chillón...-
-¡Raúl!- dijo el niño mientras se comía una tuna.
-¿Qué?- contestaron ambos.
-¿Verdad que sí?-
-¿Sí qué?- dijo Raúl
-Tú di que sí-
-Ay no mames- dijo Raúl
-Sí, no mames- contestó Raúl – Verdad que sí ¿qué?-
-El morro anda con que se quiere escapar de nuevo- dije yo
-Pos vete güey- dijoRaúl
-No seas estúpido, no puedo hacer eso solo, soy muy pequeño- dijo Ajedrez- Además si llego a la carretera, o mejor aún, a un pueblo, nadie me va a tomar en serio, de hecho, estaría expuesto a todo género de maniacos y violadores, no es por nada, pero soy un niño muy bonito- y sonrió.
-Ja ja ja ja ja ja, ¿qué le dieron al chamaco? ‘ora’sta carita se siente el pendejo- dijo Raúl.
-Ya cállate Ajedrez, al rato salgo contigo a cazar coyotes o algo...- dije.
-No hay coyotes aquí, imbécil ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?- contestó Ajedrez.
-¿Quién chingados le enseñó al niño a insultar?- Pregunté indignado
-Tixfani- dijo Raúl.
-‘Ora yo... ¿fuiste’z tú pa’quí ti’aces? Tú te la pasas a dice y dice majaderillas-
-Ejem... “majaderías” Tixfani- dije yo.
-D’esas madres-
-Bueno, el punto es que nadie va a irse de aquí, ‘tamos bien, y es todo pinche chamaco...- le dije a Ajedrez.
-Hagan lo que quieran, montón de trogloditas antropoides...-
Todos hicimos una silenciosa pausa...
-No, ya mamó- dijo Raúl
-A ver, a ver– dije yo – sí, te oyes muy chido y todo pero dime, ¿Qué chingados significa antropoide y troglodita? Ni sabes mocoso pendejo, es nomás por hablar como mamón-
-Antropoide- dijo Ajedrez - es un adjetivo y es lo dicho de un animal, especialmente de un mono antropomorfo, esto es, que por sus caracteres morfológicos externos se asemeja al hombre. Troglodita en cambio es un adjetivo y/o sustantivo usado para referirse a una persona que habita en cavernas y/o con tendencias bárbaras y crueles.-
-Puta madre... - dijeron Raúl y Raúl al unísono.
Hubo un silencio.
-¿Qué chingada madre eres, cabrón?- dije desconcertado - ¿Traes contigo un pinche diccionario o qué?-
-¿Quién es el pendejo ahora?- dijo Ajedrez esbozando una petulante sonrisa.

Ese día no hizo mucho calor, de hecho amenazaba con llover. Y aunque todos esperábamos con ansias que así fuese, no pasó... yo le enseñe a Ajedrez a jugar fútbol con una biznaga que des-espinamos. Estaba bien dura, y hacía años que no me movía, entonces me cansé poco después de empezar. Tuxfani tuvo que hacerme relevo. Hasta eso es muy bueno jugando, sin tomar en cuenta sus problemas de equilibrio, claro está. Raúl y Raúl se la pasaron jugando “venciditas” y más tarde le enseñaron a Ajedrez a escupir gargajos y a “romper madres”. La bruja Sofía se la pasó como siempre, repitiendo una y otra vez conjuros en latín o en griego o algo así... Nadie nunca la pela, es lo que lo hace más escalofriante. En la noche nos quedamos a ver las estrellas un rato, pero como seguía nublado, no vimos mucho. Al menos las paredes y suelo de metal de la caja trailer se enfriaron un poco, haciendo que esa noche, dormir, fuese más cómodo...

martes, mayo 30, 2006

No más - 1

Recuerdo que hacía un calor infernal dentro de la caja trailer en la que vivíamos. La camiseta llena de aceite de automóvil y manchas de sudor se me embarraba al cuerpo como si me untaran manteca... era asqueroso. Estúpido desierto...
Estábamos en medio de Sonora... (o Durango... no estoy seguro), a la mitad de la nada, todos dentro de una caja trailer golpeada... no sabemos como llegó ahí. Obviamente fue un accidente pues los golpes indicaban que chocaron con ella... pero no había carreteras en kilómetros. Un misterio en verdad.
Ahí dentro habitábamos 6 personas incluyéndome a mi. El más joven era Ajedrez, un mocoso insolente, de unos 6 años, con delirios de grandeza y del cual nadie sabe nada. Hacía un calor verdaderamente sofocante ese día de verano y cociéndonos en nuestra letárgica inmovilidad, vimos cómo el niño entró gateando a la caja. Habrá tenido un año cuando mucho en ese entonces. Sorprendentemente sabía hablar más o menos, y dijo que su nombre era Ajedrez pero como nos pesaba incluso parpadear, nadie dijo nada. Vive con nosotros desde entonces.
También con nosotros viven Raúl y Raúl, que según dicen, fueron los primeros en llegar al trailer, al menos de los normales, porque está también la bruja Sofía que se cree que vive aquí desde siempre, pero a ella nadie la cuenta. Raúl y Raúl son dos hombres de carácter muy duro, de pasado pendenciero y problemático. Ambos pertenecían a una banda de criminales motorizados llamados “La cruz de Judas”. Yo recuerdo de pequeño haber escuchado noticias de sus actos vandálicos y criminales, desde quemar coches hasta asesinar dueños de bares y restaurantes. Ambos son ex convictos. El primero, Raúl, es un hombre pelirrojo de piel dorada por el sol, una barba muy poblada, con bigotes como de morsa y de cabeza rapada... siempre usaba un paliacate azul en la cabeza. Lleva puesto un chaleco y unos pantalones de mezclilla, ambos casi en harapos. Sobre su pantalón sobresale su redondo estómago que dice orgulloso “soy el fruto de 30 años de beber cerveza”. Y su compañero, Raúl, es un hombre moreno de cabello largo y bigote tupido. Era un poco más robusto que Raúl, y llevaba una camisa de corte vaquero abierta por el calor. Unos pantalones de cuero y unas botas. ¡Ah! Sí, casi lo olvido... Raúl y Raúl eran amantes homosexuales. Creo que por eso huyeron de la banda. Eran hombres muy rudos, por eso me costaba en un principio creer que en realidad eran gay... hasta que un día me desperté en la noche y los vi... pues... siendo homosexuales... Además de eso, nunca nos han contado nada más de su vida. Quizá sea mejor así.
Otro de los habitantes del trailer era Tixfani, un hombre más o menos de mi edad, de baja estatura, moreno y de cabello tieso y lacio, y bigote aguamielero. Tixfani, según entiendo significa borracho en otomí, y no me sorprende que se llame así este buen hombre. Siempre parecía estar ebrio, creemos que enloqueció por el calor... pero no se puede asegurar nada. No sé que hace un otomí por acá por el norte, pero bueno, es lo de menos, además era muy buena persona, amable y alegre (se lo atribuyo al estado de embriaguez). Es con la persona que más hablaba.
La más misteriosa de todas las personas ahí dentro, es la bruja Sofía. Jamás dijo algo coherente. Al menos jamás le escuché hacerlo. Era una anciana de cabellos largos y plateados, se encontraba como aplastada en una oscura esquina del cajón, cubierta por muchas mantas. Ella siempre estaba a muy baja temperatura, por más calor que hiciese... sólo que olía como a humedad y por eso todos evitaban acercársele...
Por último, estoy yo. Un perdedor de 40 años, casado y con 2 hijas, con una maestría y un doctorado, además de un centenar de diplomados, abandonado en una caja de trailer con un montón de fenómenos, refugiándose e intentando olvidar cómo es que una vida aparentemente perfecta se desplomó obligándole a huir para siempre a un desierto para ver como le crece la panza día con día. Aún me pregunto por qué pasaba eso si casi no comíamos.

miércoles, mayo 10, 2006

La muerte es un sueño

Podría jurar que morí ayer y sin embargo, heme aquí, aún con vida.
Y no es que lo lamente, jamás quise morir en primer lugar, es sólo que estoy confundido.
Aunque, ¿cómo puedo estar seguro de que morí? O más espeluznante aún... ¿cómo puedo estar seguro de que sigo vivo?
Estoy vivo porque pienso, estoy vivo porque estoy consciente de mí y por tanto, puedo hacer la afirmación: “Sí, estoy vivo”. Conozco la vida y puedo identificarla. Sé lo que es estar vivo y por eso sé que no estoy muerto. No obstante... ¿Qué es estar muerto? No tengo ni idea qué es estar muerto. Como siempre hemos creído que la muerte es el contrario de la vida... entonces creemos que si la vida se siente, la muerte no. Entonces si la vida es experiencia consciente, la muerte no lo sería. Por tanto siempre creí que la muerte era el final de la experiencia, la muerte no se experimenta, sino todo lo contrario. ¿qué es lo contrario a experimentar? ¿teorizar? Si la vida es la concretización constante de experiencias conscientes, la muerte es el inconstante desarrollo de teorías inconscientes. Podría decirse que... es un sueño. La muerte es un sueño. Pero si soñamos, qué pasa con los cuerpos, ¿por qué para los que aún son conscientes y aún experimentan, los cuerpos de los que mueren se descomponen? Además, ¿cuál es la diferencia entre soñar y estar despierto? ¿cómo podemos saber si estamos soñando o no? Y más importante, ¿hay manera de salir del sueño de la muerte?
Quizá... y sólo quizá, al terminar esta vida, comenzamos a soñar otra. Cuando alguien muere, comienza a soñar que vive otra vez, como otra persona. Así el sueño empieza el día en el que el niño se hace consciente de si mismo como parte de los demás y termina cuando la nueva persona muere y por tanto empieza a soñar de nuevo un sueño de sueños. Pero si la nueva vida empieza con la conciencia... eso haría a la vida un sueño también... pues esa conciencia sería inconsciente... Entonces ¿Será que todos estamos muertos? ¿Muertos y condenados a soñar eternamente?
Si es así...
¿Qué se sentirá estar vivo?

lunes, abril 24, 2006

Tacos y Mariachi

La cita era a las nueve de la noche. El lugar donde tendría lugar la batalla era “Tacos Don’Algón”. Los combatientes: El asombroso y experto diente de Don Javier, contra un vasto repertorio de guisados y cortes que aquel establecimiento había añadido a su menú después de 20 años en el negocio. El viejo carro de don Pancho, alias “Don’Algón”, aún se encontraba afuera del recinto, en símbolo de que aquel negocio, al contrario que la mayoría de los que hay en la actualidad en este país, seguía siéndole fiel al viejo arte de la “Taquería”. Lo hacían por la comida, no por el dinero. Algo de lo que se enorgullecía el viejo don Pancho, era que él aún cortaba el pastor directamente del trompo, y no lo bajaba a la plancha. Mucho sabor se perdía en el proceso, además de que es una tradición, una ciencia y todo un espectáculo servir tacos al pastor como el Santísimo lo manda, y no como los taqueros “puñales” lo hacen hoy en día.
Don Jaime, quién para abrir el apetito pidió dos de bistec y uno al pastor (con cebolla y cilantro como debe ser, pues en una taquería que se respete como tal, no se da la opción de “con o sin”), iba bien vestido, con el bigote recortado y listo para darlo todo en la fiesta a la que asistirían él y sus 12 compañeros, pues don Jaime, era el “tololoche” en lo que podría llamarse, el mejor Mariachi de la ciudad. Desde “Atotonilco” hasta “el Huapango” de Moncayo, pasando por “La boda de Luis Alonso” de Jerónimo Jiménez y “Granada” de Agustín Lara. Se las sabían, de todas, todas.
Como empuñando el arco del violín, don Javier se empacaba a ritmo constante y con jubiloso ánimo, tacos de lengua, buche, oreja y seso, mientras ordenaba una quesadilla de costilla y un volcán de maciza. No se dejaron esperar los dos de “machitos” y el obligado “round” con los de ojo, ¿y cómo no? Los de chorizo, trompa y ubre. De “aditivos”, dos “Mirindas” y una “Coca”. Un flan y un Alka-Seltzer para coronar... Y Don Javier venció una vez más a sus gastronómicos enemigos... Pero fue sin embargo don Pancho quien en realidad ganó, pues después de tanta tragadera, al experimentado músico le salió en un ojo de la cara pagar la cena... pero no importaba... pues esa noche tocarían, y con la panza y los ánimos llenos, los tacos se pagarían prácticamente solos.

lunes, abril 17, 2006

Vie

Nació y creció, después envejeció y murió.

viernes, abril 07, 2006

De noche

Un silencio espectral envolvía la habitación. La temerosa muchachita de apenas unos 11 años de edad, temblaba de pavor bajo sus cobijas y apretaba sus párpados mientras decía, por enésima vez, una oración (para invocar a su angelito de la guarda, probablemente) que de tanto repetir había perdido el sentido que tuvo las primeras dos o tres veces. Era una noche silenciosa. Afuera no soplaba viento alguno y los grillos por algún motivo habían decidido no chirriar. Calma absoluta... fantasmagórica. A la niña se le dificultaba respirar, pues se esforzaba enormemente por no hacer ruido en cada jadeo que su acelerado ritmo cardiaco le obligaba a dar. Había momentos en los que sentía que se desmayaba. Tomando lentamente una linterna ubicada bajo su rechoncha almohada de plumas, la jovencita abrió un viejo cuaderno que decía “Jenny” en la portada. Buscó una página en blanco, y usando el bolígrafo que se encontraba en la espiral de la libreta, comenzó a escribir. Las letras le fluían esa noche. Después de unos minutos de estar volcando sus sentimientos en el papel, satisfecha suspiró calladamente. Guardó su cuaderno de nuevo y ahora sintiéndose más segura, se aventuró a salir de su escondite.

Primero salieron sus castaños cabellos seguidos de sus brillantes y expectantes ojos, abiertos a su máximo para percibir hasta el más mínimo movimiento. Hacía frío. Después de asegurarse que no había ningún peligro, asomó el resto de su cabeza. Miró con cuidado desde las mesitas que se encontraban junto a la cabecera hasta aquella sombra con forma de silla que se encontraba en la esquina más lejana. No parpadeaba. Por la enorme ventana paralela a su cama entraba una pálida luz de luna que aterrizaba sobre la ropa sucia de Jenny, la cual seguía en el suelo pues no la había recogido antes de irse a dormir. El resto eran siluetas oscuras, figuras en tinieblas. Su respiración estuvo calma durante unos momentos pero se comenzó a acelerar de nuevo. Estiró su brazo sigilosamente y sin perder de vista el resto de la habitación. Tomó su vaso y se lo acercó a los labios. Lo detuvo algunos minutos ahí. Temía ladearlo un poco pues bloquearía su vigilante mirada. Reuniendo todo su valor, lo inclinó rápidamente y descubrió que estaba casi vacío. No tenía mucha sed, pero al saber que no había agua, esta se incrementó violentamente. Ahora se ahogaba pues su garganta raspaba por falta de humedad. Tenía que salir a rellenar su vaso.

Jenny odiaba la nueva ciudad y sobre todo, su nueva casa. Grande y vieja, todo el tiempo con ese extraño aroma a madera. Polvorosa. Cortinas viejas y feas cubrían las enormes ventanas, convirtiendo la blanca luz del sol en un horroroso resplandor azulado. El jardín estaba seco completamente, donde alguna vez hubo árboles ahora sólo había ramas muertas y telarañas. En el terregoso suelo crecían algunas hierbas rastreras que le daban un aspecto aún más desagradable a aquella estéril superficie llena de madrigueras de topo y de serpiente. La casa era espantosa durante el día. Y sobre todo. Tenebrosa durante las noches. Los largos pasillos que conectaban una habitación con la otra tenían suelo de madera, la cual rechinaba estruendosamente con cada paso dado sobre ella. Durante el día era muy molesto, al anochecer era sumamente macabro. Hacía una semana que se habían mudado, así que la decoración era algo escasa y aún había muchas cajas por desempacar. Jenny se impacientaba día con día. Faltaban dos semanas para el inicio de clases. Dos largas semanas. Ella deseaba irse a dormir y que cuando despertara, las vacaciones hubiesen terminado. Deseaba hacer amigos, deseaba dejar de tener que rogarle a su hermana de 16 que jugara con ella. Hacía algunos años por motivos ignotos para la jovencita, su hermana le había dejado de hacer caso. Y lo que es más, parecía odiarle. Y este hecho entristecía mucho a Jenny. La entristecía y la aburría. Aún faltaban 2 largas semanas. Los niños de su nueva colonia aún estaban de vacaciones, así que prácticamente, Jenny estaba sola. Por eso deseaba dormir, para despertar dos semanas en el futuro, cuando por fin podría poner fin a su monótona y nostálgica soledad. Sólo quería dormir... El único problema para su plan era... que el miedo no la dejaba hacerlo.

Sus ojos se habían acostumbrado más o menos a la oscuridad. Respiraba muy lenta y profundamente, para no ahogarse y a su vez, para no hacer ruido alguno. Fue lentamente saliendo de entre sus cobijas hasta dejar al descubierto la mitad de su bonito camisón amarillo. Con mucho cuidado se movió hacia la orilla. Apoyó cautelosamente las manos, y sin dejar de mirar a su alrededor, se empujó fuera de la enorme cama. Se quedó inmóvil por algunos minutos. Se aseguró que no hubiera nada fuera de lo común... y se agachó rápidamente por una chancla. La tomó con ambas manos y la puso cerca de ella. Esa sería su arma durante la travesía. Dio los primeros cautelosos pasos, pero recordó que había olvidado el vaso. Así que sin dar la vuelta para no perderse de nada, caminó en reversa hasta llegar a él. Una vez en sus manos, comenzó a caminar de nuevo hasta llegar a la puerta, tras la cual se detuvo unos instantes. Esperó a que las mariposas de su estomago cesaran de bailar, y tomó la perilla. Temblorosa, la giró y entreabrió la puerta. Por la ranura intentó divisar alguna silueta sospechosa, pero el pasillo estaba cubierto por una cortina de oscuridad imperturbable la cual impedía que Jenny fuese capaz de distinguir objeto alguno. Rindiéndose después de algunos minutos ante la negrura de la noche, abrió lentamente y por completo la puerta y se dispuso a salir. La primer pisada fuera de su habitación produjo un escalofriante rechinar, el cual pateó a Jenny directamente en el estómago. Su corazón comenzó a latir como bólido. A un paso de la hiperventilación, la niña dio el segundo paso. El rechinar fue parecido, pero no la tomó por sorpresa. Con los brazos muy cerca de su cuerpo y apretando fuertemente la chancla, se aventuró a través del pasillo. Sus plegarias para invocar a aquel divino espíritu protector comenzaron de nuevo. ¿Habría de verdad alguien escuchando sus suplicas?. No podía decirlo con certeza, pero le daba una seguridad impresionante. Quizá alguien de verdad la protegía. O quizá sencillamente se olvidaba de aquello que la aterraba y se concentraba solamente en rogar por protección celestial. Fuese cual fuese el motivo, funcionó, pues salió del pasillo a salvo.

El barandal de las escaleras daba al amplio vestíbulo. Jenny se hincó y pegada a la pared comenzó el descenso. Intentaba no pensar en nada extraño, pero una vez abajo, todo el espacio abierto junto a la escalera silenciosamente retumbó dentro de su cabeza. El pánico le ganó y sinitendo un chorro de adrenalina ser inyectado directamente en su corazón, corrió despavorida hasta la puerta de la cocina. Con lágrimas en los ojos abrió desesperadamente la puerta y entró. Sin pensarlo dos veces, encendió la luz. Sus ojos se cerraron de inmediato y se tapó el rostro con ambas manos... se agachó y se quedó ahí algunos minutos. Dolía. Cuando por fin se destapó la cara, con el ceño fruncido y los ojos casi cerrados, caminó hasta el refrigerador. Sacó el agua, se sirvió y bebió. Antes de servirse de nuevo, miró por algunos momentos su vaso. Pensamientos diversos le invadieron en ese momento. Suspiró varias veces durante su larga reflexión, y cuando al fin hubo terminado de meditar, se sirvió de nuevo y emprendió la travesía de vuelta.

Al llegar a su cama, Jenny se quedó dormida casi al instante, sólo para despertar al siguiente día. Y por más lamentable que fuese este hecho, ya no le volvió a importar.

jueves, abril 06, 2006

“¡Ejecución!”

El chirriar de los grillos y un lejano ulular de un solitario búho era todo lo que se escuchaba aquella noche de otoño. Veloz como lobo, el joven Kanon se deslizaba entre las sombras hasta llegar a la ventana trasera de la casa del Alcalde... Lentamente abrió la ventana y entró con sigilo. De su bota, sacó una delgada daga y cruzo la sala de estar hacia el lujoso vestíbulo, donde se encontraban las escaleras que lo dirigirían a su objetivo. Llegó al segundo piso, cuidadosamente abrió una de las puertas y lo encontró, el alcalde, acostado en su cama, profundamente dormido y emitiendo un sonido que bien podía ser el chillar de un gato enfermo... Hábilmente con una mano le tapó la boca, y con la otra asestó una puñalada mortal en la garganta de su victima, sin dejar escapar más que unas pocas gotas de sangre, todo sucedió en unos pocos segundos... Kanon torció la daga, para asegurarse que su victima estaba muerta y salió de la habitación, sin embargo no había llegado a las escaleras, cuando una de las criadas lo golpeó en la cabeza con un sartén.

El bullicio de la gente era ensordecedor, la plaza central estaba repleta de hombres que habían faltado a sus trabajos y escandalizadas mujeres con sus hijos. En el centro en un gran podio de madera, estaba Kanon amarrado y en una silla, con una expresión de calma, a su lado se encontraban 2 guardias, los cuales mantenían la hoja de sus lanzas cerca del joven criminal. Ya que el Alcalde estaba muerto, se había mandado traer un juez de la capital, para que decretara la sentencia del muchacho. Después de unos minutos, un silencio tétrico envolvió el área mientras la gente le abría el paso a un elegante caballo blanco y su jinete, el cual llevaba un sable en su cinturón y un finísimo traje de militar blanco con azul. Al llegar al podio, el hombre se bajó de su caballo, se acercó a Kanon y lo observó un poco mientras en su rostro aparecía una sonrisa. Kanon sonrió también y el hombre se dió la vuelta. “¡Ciudadanos! Soy el capitán Roh, he sido enviado desde la capital para asistir este juicio, sin embargo...” dijo Roh haciendo una ligera pausa “No seré yo quien juzgue al este muchacho, serán ustedes, yo sólo dictare la sentencia oficial. Por favor elijan a 16 representantes que tomarán la decisión final”. “¿Qué?” “¿De qué habla?” “¿Nosotros?” “¿Está Usted loco?” se alcanzó a escuchar de entre la bulla ocasionada por la confusión que causó tan extraña orden. “Pero es obvio que es culpable” dijo la criada que se encontraba en primera fila “Yo lo vi cuando salía del cuarto del Señor, justo después de haberlo matado”. “Oh, ¿Es eso cierto?” dijo Roh con tono sarcástico, “Si señor, yo fui quien detuvo al ese malhechor” Respondió la mujer seriamente y algo enfadada. Roh sacó su sable y apuntó al rostro de la criada con violencia, “Entonces, está usted bajo arresto” “Pero ¿Por qué?” dijo asustada la mujer, “Pues porque usted no es policía, y sólo los policías tienen el poder de arrestar y golpear si es necesario a un criminal” Dijo satisfecho Roh, “¡Pe...! ¡Pero si había matado al Señor! ¿Esperaba que me quedara viendo como se salía con la suya?” Dijo la criada gritando desesperadamente. “Tiene razón, la perdono” Dijo Roh guardando su sable “Pero ya que escuché sus motivos, y estos la salvaron de su condena... ¿No sería justo que escuchásemos los motivos de este joven también?”. La gente comenzó a discutir nuevamente. El capitán tenia razón. Poco después, 16 personas, incluyendo a la criada, subieron al podio.
Roh se acercó a Kanon, esperó que la multitud guardara silencio, y preguntó “Dime hijo, ¿Por qué mataste al Alcalde de esta ciudad? ¿Tenías algún motivo?”. Kanon lo vio fijamente y luego sonrió “Lo hice porque era mi trabajo” Dijo finalmente el joven. “¡Es culpable!” gritó la mitad de los representantes, “Es un asesino a sueldo, y merece la muerte”. Roh los miró con desinterés “No he dicho que pueden dictar sentencia aún, esperen un poco y reflexionen la información”. Roh miró a Kanon de nuevo, “¿Entonces admites el haberlo matado?” “Absolutamente” respondió Kanon casi de inmediato. “Sabes que arruinaste la convivencia y seguridad de este pueblo con tus acciones, ¿No es verdad?” Preguntó Roh, “Sinceramente no me importa señor, no pertenezco a este pueblo, no siento lazos de solidaridad ni fraternidad con su gente, y estoy seguro que ellos tampoco los sienten” Respondió Kanon con tono acusador. “¿Por qué lo dices?” dijo intrigado Roh. “La verdad señor, es que yo llevo unas pocas semanas aquí, pero a nadie parece interesarle el progreso de este pueblo como comunidad. El Alcalde, en lugar de reparar caminos, incrementar la seguridad o arreglar el muelle, rentaba este lugar como puerto para los Piratas, los cuales una vez a la semana robaban las casas, una que otra mujer de la aldea y zarpaban a alta mar, para volver a la semana siguiente. La gente una vez al día tira la basura por la ventana hacia la calle; hay días que el recogedor de basura no pasa, y hay tanta basura en la calle que ni los caballos pueden cruzar por ahí. Y por último los hermanos Hauss, desataron una pelea con la familia Kinn, y 2 veces al mes salen a las calles disparando sus pistolas y ondeando sus sables para marcar su territorio, hiriendo a gente inocente en el proceso...” Respondió Kanon seriamente “Si quieren culpara a alguien de la inseguridad y la mala convivencia del pueblo, que se culpe a sus habitantes, es su actitud, no la mía la que los arruina”.
Roh, volteó a ver a los representantes con intriga, pero estos estaban atónitos. Miró al pueblo, pero nadie se atrevía a pronunciar ni una palabra. Roh regresó con Kanon y continuó con el interrogatorio, “Y ¿Quién te ordenó matar al Alcalde, muchacho?” “Él mismo, señor, él me pagó para que lo matara” respondió tranquilamente. “¿Cómo te atreves?” gritó la criada junto con algunos otros representantes “¡Que te ejecuten por mentiroso! Es imposible que alguien pague por ser asesinado”. “Parecería imposible que en un pueblo como este, aún vivan tantos idiotas” respondió enojado Roh “Pero sucede”. “¿Señor?” dijo Kanon con cortesía, “Si se me permite, puedo probar que lo que digo no son mentiras” “Adelante” respondió Roh. “En mi bolsillo izquierdo, hay un papel, por favor sáquelo y léalo”. Roh lo sacó y le hecho un vistazo. “Hace unos 5 años, en Koshack, mi aldea natal, un hombre me contrató para que lo matara” comenzó a contar Kanon “Me dijo que su vida había dejado de serle útil a la demás gente, ya que se había encaminado hacia un mundo de excesos y corrupción, sin embargo, me pidió que fuera después de 5 años, ya que intentaría dejar todo en orden antes de su partida. Al parecer él no cumplió su palabra.”

“A través de este papel hago saber que yo, el Alcalde Osar, de la aldea Atress, he contratado a Kanon Sif, para que me mate dentro de 5 años a partir de hoy, día 45 del año de la Serpiente”

“Si se me va a ejecutar, que sea por ser un hombre de mi palabra, y por ayudar a este pueblo con su decadencia aunque sea un poco” Dijo finalmente Kanon. Roh sonrió y miró al jurado “¿Y bien? ¿Cuál es la sentencia?” El jurado permaneció en silencio, Roh pasó el papel entre los representantes para que verificaran que era oficial. Roh los observó con impaciencia, y se volteó hacia el pueblo “Espero que esto sea una lección para todos. Esos 16 representantes, serán desde ahora los ‘Alcaldes’ en esta aldea. Una vez al mes vendré a ver su progreso. De seguir las cosas igual, el ejercito Imperial vendrá y quemara al aldea completa”. Roh miró a los representantes de nuevo y dijo impaciente “¿Ya tomaron su decisión?” Ellos miraron al capitán y luego a Kanon, “Desátenlo” finalmente ordenaron “Dejen libre al muchacho, hoy no habrá ejecución...”
(Escrito en el 2003 para una escuela con el objeto de promover valores cívicos)
(La ortografía y la redacción del texto original permanecen intactos)

domingo, marzo 26, 2006

Rock'n Roll de los Idiotas

Ahí estaba yo, dejando el alma en el papel, consciente de que era tarde y aún así, desafiando al tiempo.
Dibujaba tan rápido como mi mano y mi estética me lo permitían. Y aunque el estrés hacía a mis yemas sudar una sustancia que manchaba mi trabajo con singular destreza y alevosía, intentando no perder el control, yo me repetía a mi mismo una y otra vez que podía limpiar la infame suciedad una vez escaneado el dibujo.
Miraba con ansiedad el reloj, con la esperanza de terminar antes que dieran las 8:00...
Pero entonces fue cuando ocurrió. Aquellas sucias y grotescas criaturitas, esos engendros estúpidos y deformes llegaron a recogernos en una espeluznante muestra de buena educación, cultura, respeto y prudencia, portando ostentosamente una actitud que decía a los cuatro vientos "Llegamos a tiempo ¿y qué?"... Pero no habían llegado a tiempo... legaron 17 minutos antes de la hora indicada.
Sintiendo que mi páncreas iba a explotar y derramando ira por cada uno de los poros de mi cuerpo, hice furiosamente mi maleta (la cual no he revisado, estoy seguro que algo se me olvidó) y salí.
Entonces los vi, la familia de gnomos aldeanos con trisomía en el par de cromosomas número veintiuno. Sonreí para no tener que saludarlos, pues sabía que algún insulto con respecto a su progenitora sería capaz de escapárseme. Papá gnomo, como persona educada que es, no se bajó del carro ni siquiera para saludar y sólo daba instrucciones a través de su ventana a medio bajar. La útil y simpática de su esposa, en cambio, se mantenía ocupada siendo un estorbo total para el acomodo de nuestro equipaje ( el de mi hermana y el mío) y el de su afeminado gnomito remedo de hijo.
Me despedí de mi madre y me subí al vehículo, en el cual, todos mis sentidos fueron sometidos al más sublime de los deleites. Desde mi gusto hasta mi tacto. Toda forma de percepción que posee mi cuerpo fue alcanzada por la exquisita selección musical de la familia. Los más prodigiosos y talentosos interpretes de la escena musical enunciaban de manera idónea letras que ni el más astuto y ocurrente de los poetas sería capaz de escribir. Pinches aldeanos pendejos. No se si me molestó más eso o el hecho de que viajamos en carretera con las ventanas abiertas, escuchando directamente en los tímpanos el angelical vals que producen los escapes de las pipas y los trailers.
Justo en la entrada de la metrópoli a la que nos dirijamos, había una muchedumbre (de entre la cual llamó mi atención una mujercita bastante visible) rodeando un accidente. Mamá gnomo se asustó por la escena y mientras salíamos del peligro de la carretera y nos adentrábamos en los silenciosos y pacíficos suburbios de la ciudad, ella se puso el cinturón de seguridad, que había estado desabrochado todo el viaje. ¡Vaya! Más vale tarde que nunca.
Pero mi noche no habría sido nada si no hubiera tenido que escribir todo esto 2 veces, pues la computadora se apagó mientras lo redactaba la primera vez. Moraleja: La vida es una perra.
Dios... nada como una insultante, grosera y subjetiva narración para limpiar las penas del alma.

domingo, marzo 19, 2006

Perdóname, que no era mi intención enamorarme.

martes, marzo 14, 2006

Nombre

“¡Volved! Todavía se pueden ver las murallas de Sant Esteban, no os encontráis lejos”

“NO, no pienso volver”

“¿Pero que os he hecho yo? ¿Por qué la terquedad?”

“No voy a seguiros mucho tiempo, sólo hasta poder armarme caballero”

“¿No podéis ser más estúpido? La caballería no es un cuento de hadas”

“Lo sé, pero es mejor que ser panadero en un pueblo sin futuro... quiero aventuras, quiero conocer... quiero viajar... quiero irme”

“Curioso, pues yo sólo quiero regresar”

“¿No disfrutáis el ser caballero?”

“Mi espada anhela batallas, la caballería ha sido mi vida, mi motivo... miles de hombres han perdido la vida bajo el yugo de mi tizona, pero la arena del tiempo dicta sentencia y las batallas debo abandonar... Debo hacer justicia, y siendo lo justo, dar a cada quien lo que corresponde, mi corazón debe regresar al lugar que pertenece”

“¿Una mujer quizá?”

“Un recuerdo solamente, una imagen de mi pasado”

“¿Cómo os llamáis vuestra merced?"

“Pues:

Siendo que habéis preguntado, es mi nombre:
Aquel que las mozas lindas me quieran dar,
Aquel que me otorgue mi valor de hombre,
Mi espada, mi pecho, mi sangre...
¡Y mi bravura al batallar!

Soy la campana, que suena en el campanario,
Y es mi nombre, su angelical repicar,
Es mi nombre bendición y calvario,
Es melodía, poesía y llanto,
¡Es de gesta, un hermoso cantar!

Que sea mi nombre, el que tenga que ser
Mi cruz, la espada que he de portar,
Pues al pronunciarle veréis
Y apreciaréis su divinidad.
Si gustáis, Santiago me podéis llamar.”

lunes, marzo 06, 2006

Uno de atracción

El intercambio de miradas fue inevitable. Entró hacia unos segundos al vagón en el que llevabas ya varias estaciones y se sentó justo frente a ti. Pero desde que la viste sentiste una increíble presión en el pecho. ¿Sería atracción?. Respiraste profundamente y desviaste la mirada. Cuando por fin decidiste contemplarle de nuevo, lentamente e intentando ser discreto, descubriste que ambos sus ojos te esperaban ansiosos.
Parecía que ella examinaba los rincones mas oscuros de tu alma mientras el intercambio de miradas se prolongaba. Te costaba más y más respirar... Creíste que podías resistir más que ella... pero fuiste el primero en desviar la mirada. De reojo creíste ver una sonrisa en sus labios.
Pasaron algunos minutos. Luchaban violenta y salvajemente tu fuerza de voluntad y tu deseo. Su feminidad llamaba a tus ojos como lo hacen las sirenas a los marinos. Te pusiste tenso. Tu estomago comenzó a sentir tu estrés. ¿Te seguía mirando?. ¿Qué pasa si era así?. Tus manos... ¿En que posición estaban? ¿Se veía normal? ¿Se veía estúpido? Estaban sudando... Pero... ¿En que clase de estupideces te concentrabas?. ¿Aún te observaba?. Fingiste que te estirabas y aprovechaste para mirarla y salir de tu duda. Sus ojos se encontraron con los tuyos de nuevo y tu estomago se estremeció brutalmente. Ahora, en lugar de enfocar solamente tu vista en su mirada, prestaste mas atención en su rostro. Entre sus hermosas facciones de mujer, notaste una traviesa sonrisa. Ella se había dado cuenta que te ponía nervioso, y lo disfrutaba con pícara malicia. ¿Qué hacer en esa situación? Ella jugaba contigo. O al menos eso es lo que creías. Podías estar equivocado, y lo tenias bien presente. ¿Te equivocabas? Cruzaste tus brazos y la miraste fingiendo indeferencia. La sonrisa en su rostro creció y recargando sus codos en los muslos, colocó su rostro entre ambas sus manos mientras te miraba fijamente. Sonreíste de vuelta. Al hacerlo sentiste como la piel de la nuca se te erizaba. Por dentro estabas hecho un manojo de nervios. Algo había en ella, algo más que belleza. Era atracción animal. Su mirada despertaba en ti un deseo carnal que jamás habías sentido, incluso podías sentirlo recorrer la piel de tus brazos, y sentías su sensual respirar entre tu cabello. ¿Sería lujuria?. Deseabas hacer algo... pero tu cuerpo permanecía inmóvil. Sentiste que tu rostro perdía color, que se volvía pálido, pero no había forma de que verificaras esto. Ella mientras tanto parecía disfrutar de tu angustia. Sus ojos voraces indicaban que leía tus pensamientos. Ella suspiró satisfecha. Agua fría te recorrió la espalda. Sentiste aire en la entrepierna. Tragaste saliva. Sentías que sudabas, pero estabas perfectamente seco. Tus brazos estaban tensos, tus piernas también. Dolía.
El vagón ya estaba en ese momento vacío. No estabas seguro si tu estación ya había pasado, pero no podías moverte. Una pequeña risa salió de los labios de tu dominante. Algo te dijo, pero no prestaste atención. Su femenino tono de voz paralizó tu entender y te embelesó aun más. Ella lo sabía, sabía todo esto. Estaba conciente de su increíblemente irresistible y casi demoníaco atractivo animal. Eras victima del pánico. Eras como una presa indefensa ante un fiero depredador. Miraste sus brillantes y jugosos labios y sentiste un extraordinario deseo de probarlos. Se te hacia agua la boca. La piel de su cuello... ¿Sería tan suave como parecía? ¿Cómo seria al tacto?... ¿Y al gusto?. ¿Sería su cabello tan sedoso como parecía?. ¿A que olería?. ¿Era eso que olías su perfume?. Que delicia... ¿Cómo serían sus caricias? Suaves... Sensuales... Expertas... Ella sabía lo que te gusta... sabía donde tocar... sabía como tocar... sabía hacer lo que te gusta que te hagan. O al menos eso creías. La deseabas. Ella parecía saber todo esto. Inclino la cabeza un poco y te miro con melancolía. Mechones de cabello caían sobre su rostro. El resto reposaba impávido sobre sus hombros. Entre abrió los labios... Cerraste los ojos. Sentiste sus dedos pasar por tu cuello, sus labios recorrer tus orejas... Algo te susurraba... gemiste. Una sonrisa se dibujo en tu rostro. Abriste lentamente los ojos par esperando ver su sonrisa y respirar de su sensual aliento... pero descubriste que ella no se había movido de su lugar. Ahora te miraba extrañada. Fueron sólo fantasías. Pero... Algo se movía en tu entrepierna... ¿Sería? Si... tu sueño le había despertado... Ella parecía no haberse dado cuenta aún. Te reclinaste un poco hacía adelante para ocultar tu excitación, pero esto hizo mas obvio tu estado. Ella se sorprendió. Se oyó una risita.
El vagón se detuvo. Ella miró hacia fuera y sonrió. Se levantó, te sopló un beso y te guiño un ojo coquetamente sin dejar de sonreír. Con impotencia, viste como salía. Querías hacer algo, pero simplemente miraste. Nunca mas la volverías a ver. Te sentiste como un verdadero estúpido.

martes, febrero 28, 2006

Terror de las sombras

Guantes blancos, listos. ¿El bombín?. Te arreglas las mangas del saco y enderezas el chaleco... ¡Casi! El cinturón... esta chueco... ¡Listo! ¿Perfume?... ¿El instrumento? ¿Lo revisaste de nuevo?... Zapatos... bastón... Mírate al espejo... ¡Qué bello eres! ¿Sospecharan? No. Eres un “dandy” como cualquier otro.
Se te hace tarde... y entre más tarde mejor. Sal de casa, anda, pues lo necesitas. No piensas en nada más. En nada. En nada. Babeas de sólo pensar en ello. Hace mucho que no... ¿Días?... no... horas... eres un adicto. Mañana en la mañana se oirán gritos de terror de nuevo, lagrimas si tienes suerte, todo es un espectáculo de deleite... ¿Cierto?... ¿Cierto?
La luna brilla. Caminas. Resuenan tus pasos segundos antes de ser dados... la excitación te recorre el cuerpo... mira... la niebla recorre el parque, la madrugada llegó. ¿Qué es eso? ¿Es ella? No. Es su sombra. Adelante... es tuya.
La mujer camina despreocupada... no sabe que está por... que... su vida arrebatarás. Te mentalizas. Caminas. Te aproximas. La sientes. Te oye. Paso. A paso. Te acercas. Más. Y más. Y más. Ya percibes el aroma de su perfume. ¿Percibe el tuyo? Tomas el cuchillo. De entre la niebla apareces como fantasma detrás de ella. La sangre comienza a brotar mientras hundes el cuchillo en su garganta. Tibia. En borbotones. Te mancha. Y lo gozas. Sientes el cuchillo tajando la piel. Éxtasis. El grito ahogado. Sus uñas en tu rostro. Te arañan. Y te gusta. Sus ojos se apagan. Intenta pelear. Pero no puede. Dos puñaladas mas en los hombros. Separas el cuchillo. El cuerpo cae. Duró apenas unos segundos, pero fueron horas de deleite para tu obseso razonar. ¿Hueles la sangre?
Goteas mientras caminas, pero las gotas de sangre que recorren tu piel y ropa son como sensuales caricias. Tu ansiedad fue curada una vez mas a costa de una vida inocente. Como pasa cada vez que cae la niebla. Terror de las sombras ¿Estas contento? Si, si lo estas. Y ¿Estarás ahí cierto? Cuando encuentren el cuerpo... quieres... no. Anhelas oír los gritos desesperados de aquellos que la amaban, aquellos que sufren en vida por su ausencia, porque se las arrebataste. Sufrimiento. Es el mundo tu macabro teatro privado. Es tu teatro del horror. Mañana alguien más. Mañana alguien más no tendrá tiempo ni de gritar. Esperando entre sombras, esperando abrirte tu camino a la libertad, escondida bajo la piel y sangre de tu victima.
Pero... Lloras frente al espejo... ¿Qué pasa?

martes, febrero 21, 2006

La inmortalidad del Cangrejo

Había una vez, un cangrejo que caminaba por las extensas dunas de una playa hasta ahora jamás tocada por el ser humano. Una gaviota que volaba por el área, advirtió la presencia del crustáceo y bajo a su encuentro. Se paró frente a él con ojos voraces y le habló. El cangrejo, que poco entendía lo que la truculenta criatura le decía, se hartó rápidamente de esperar el fin del discurso e intentó ignorarle para seguir con su camino. Pero al intentar pasar de lado al avechucho, este le asestó con un fuerte picotazo en el centro de la dura concha que le protegía. Al sentir el impacto, el cangrejo retrocedió con gran velocidad y miró temeroso a su agresor, que seguía parloteando sin descanso. El discurso, largo, rebuscado e interminable, no parecía tener intención alguna. Simplemente frases incoherentes desfilaban una tras la anterior, golpeando al crustáceo, aturdiéndolo.
Sin poder pensar, el cangrejo intentó atrapar a la gaviota con una de sus filosas tenazas, pero la gaviota de un ligero aletazo, se alejo a una distancia segura de las agresiones de la victima de su cháchara, y continuo con su incomprensible plática. El aturdido animalejo, intentó otra vez y otra vez, fallando en cada uno de sus intentos. Y después de un rato de necedad por parte de la gaviota, la furia se poseyó del cangrejo. Intentó de nuevo pasarla por un lado, y como era de esperarse, el picotazo se dejo sentir. El cangrejo con rapidez, tomó al ave por un ala y la rompió al instante. Con mucha fuerza, derribó al ave, que en agónica desesperación continuaba, ahora gritando, el discurso que había empezado unos minutos antes. La segunda tenaza ahora tomo el pico y lo descuartizo, dejando salir la sangre a borbotones, exponiendo la fina y delgada lengua de la gaviota, que sangrando, se sacudía como intentando enunciar frases que ahora sonaban como gorgoteos. Tomando la segunda ala, el cangrejo, en su oleada de ira, no dudó ni un momento y la cortó, dejando ambas partes del miembro unidas por un fino cartílago. Pero la gaviota seguía balbuceando. Tomándola por el cuello con su brazo mas poderoso, abrió y cerro su tenaza con fuerza, destrozando músculos y vértebras, hasta que la mutilada cabeza por fin se desprendió. El cuerpo de la gaviota se sacudió en espasmos hasta que su agonía terminó.
El cangrejo continuó con su camino, pero después de algunos pasos, miró el cadáver que había dejado atrás y entendió. La gaviota en su sabia búsqueda de la verdad y saber a través del tiempo, se acerco al cangrejo para brindarle su amistad, ya que su interminable viaje le había llenado de soledad y tristeza. Este sufrir inmenso le obligó a acercarse al cangrejo,al cual le tenia un pavor increíble, en busca de amor, y que, si su aprendizaje no le engañaba, era inmortal y que por conclusión propia dedujo, era la más sabia criatura de la creación. Y para demostrar que no era un animal imbécil como lo es el hombre, la gaviota comenzó a recitar casi todas las verdades absolutas y las respuestas a toda duda existencial que pueda caber en el universo, las cuales le habían sido reveladas durante su travesía de conocimiento. Y sin embargo, sin tentarse su frío corazón, el cangrejo le había destazado con furia; y no porque el discurso del ave fuese una vil falacia, ya que el estúpido crustáceo no tenia ni idea de que hablaba el sabio animal, sino porque el mensaje era tan poderoso, que el subconsciente del cangrejo, temeroso de salir de su calmada ignorancia y de que el hambre por conocer despertase de su impávido sueño, en su confusión y locura le obligo a cometer el homicidio.
El crustáceo en este punto de su tosco razonar, se dio cuenta que caminaba en la dirección equivocada y, olvidándose por completo de lo que acababa de suceder, corrigió su rumbo. Siguió así, por el resto de su eterna vida, caminando sin saber a donde, ya que es cierto que los cangrejos son inmortales y sin embargo, muy estúpidos.

lunes, febrero 13, 2006

De amor y despecho

Se aglomeran las palabras en mi boca
Mientas intento expresar lo que mi alma
En su incasable búsqueda de calma,
Emite para encontrar la razón.
Y no importa si esto los incomoda
Pues nada fue escrito para ustedes,
Son para aquella, que con sus redes,
Atrapó un día mi corazón.

Y aunque palabras me falten o sobren
Es mi anhelo expresar lo que siento,
Pero al papel se lo lleva el viento
Y a las palabras el tiempo las deshace,
Así que no me queda otra salida,
Que la de escribirte un poema triste
Esperando, si es que lo leíste,
Que este nudo, por fin se desenlace.

Y no se si te amo o te abomino
Si te aún deseo o te maldigo,
Pues tus sabias palabras ahora sigo
Y es que si no río, entonces lloro,
Dime por favor, si continuo
No se si permanecer luchando,
Temo estarte lastimando,
Respóndeme, te lo imploro

Y me confundes,
Quizá me engañas,
O son patrañas
Para evitar
Que siga estando
Enamorado
E ilusionado
Con regresar.

Aunque si acaso
No me engañaras
Y necesitaras
Sólo pensar,
¿Significa eso
que mis intentos
pueden ser cuentos
de feliz terminar?

Dime lo que en realidad sientes,
Dime si en verdad terminó
Pues mi amor sigue latente,
¿Acaso el tuyo ya no?

domingo, febrero 12, 2006

Quenapeirofobia (o “Le temo a las papas”)

Quenapeirofobia
(o “Le temo a las papas”)

Has perdido toda satisfacción
Encadenado te quemas en tu propia hoguera.
¿Lo has sentido?
Eres el reo de tu propia prisión
Observas entre barras el mundo de afuera.
¿Lo has sentido?

Eres capaz de sobrellevar la tristeza,
Pero no es tristeza lo que sientes
¿Será el enojo en brotes estridentes?
¿O es tu mente devorada con destreza?

Es la demencia tu laberinto,
Donde das vueltas y vueltas
Por siempre atrapado.
Comprendes entre lagrimas
Que es esa tu realidad.
Y lloras, y gritas, y te exasperas.
Pues lentamente te posesiona la soledad.
Ves que las paredes te embovedan,
Y solo suspiras impotente
Te gana la ansiedad.

Perdiste el juego,
El juego de monotonía,
Y en castigo, observaras
Como todo lo que tienes,
Todo lo que eras,
Nunca más lo serás.

Y el miedo te atrapa, lo habrás de aceptar
Pues será vacío, como te habrás de quedar.
¿Podrás soportar?

Temor al vacío infinito, es lo que a tu mente aqueja
Lentamente te corroe, hasta que pierdes la cabeza.
Le temes al vacío, al vacío infinito,
Pues de este juego cósmico
Tú eres el gambito.

Desorientado y buscando el calor,
Descubres así que tu celda está fría.
¿O es esta, de tú alma una analogía?
¿Fuiste despojado también del dolor?

Ya nada sabe, ya nada sientes
No existe dulce, ni tampoco salado,
Letárgica es tu existencia.
Y ahora insípido, eres liberado
A un mundo sin resplandor,
Pues mientras encerrado esperabas
En esa cárcel de oscuras visiones,
La cordura cambió de acepción.
Bienvenido a esta, la ultima estación
Del tren de tus sensaciones.

Te has dado cuenta
Que no eres fuerte,
Y que la relidad
No es lo que sientes.
Existe una única verdad:
Hoy ya no hay vuelta atrás.

Y el miedo te atrapa, lo habrás de aceptar
Pues será vacío, como habrás de quedar.
¿Podrás soportar?

Temor al vacío infinito, es lo que a tu mente aqueja
Lentamente te corroe, hasta que pierdes la cabeza.
Le temes al vacío, al vacío infinito,
Pues de este juego cósmico
Tu eres el gambito.

Temor al vacío infinito, es lo que a tu mente aqueja
Lentamente te corroe, hasta que pierdes la cabeza.
Temor al vacío infinito, buscas escapar de él,
Lentamente te corroe, te carcome la piel...
Le temes al vacío, al vacío infinito,
Pues de este juego cósmico
Tu eres el gambito.

Le temes al vacío, al vacío infinito,
Pues de este juego cósmico
Tu eres el gambito.