lunes, abril 24, 2006

Tacos y Mariachi

La cita era a las nueve de la noche. El lugar donde tendría lugar la batalla era “Tacos Don’Algón”. Los combatientes: El asombroso y experto diente de Don Javier, contra un vasto repertorio de guisados y cortes que aquel establecimiento había añadido a su menú después de 20 años en el negocio. El viejo carro de don Pancho, alias “Don’Algón”, aún se encontraba afuera del recinto, en símbolo de que aquel negocio, al contrario que la mayoría de los que hay en la actualidad en este país, seguía siéndole fiel al viejo arte de la “Taquería”. Lo hacían por la comida, no por el dinero. Algo de lo que se enorgullecía el viejo don Pancho, era que él aún cortaba el pastor directamente del trompo, y no lo bajaba a la plancha. Mucho sabor se perdía en el proceso, además de que es una tradición, una ciencia y todo un espectáculo servir tacos al pastor como el Santísimo lo manda, y no como los taqueros “puñales” lo hacen hoy en día.
Don Jaime, quién para abrir el apetito pidió dos de bistec y uno al pastor (con cebolla y cilantro como debe ser, pues en una taquería que se respete como tal, no se da la opción de “con o sin”), iba bien vestido, con el bigote recortado y listo para darlo todo en la fiesta a la que asistirían él y sus 12 compañeros, pues don Jaime, era el “tololoche” en lo que podría llamarse, el mejor Mariachi de la ciudad. Desde “Atotonilco” hasta “el Huapango” de Moncayo, pasando por “La boda de Luis Alonso” de Jerónimo Jiménez y “Granada” de Agustín Lara. Se las sabían, de todas, todas.
Como empuñando el arco del violín, don Javier se empacaba a ritmo constante y con jubiloso ánimo, tacos de lengua, buche, oreja y seso, mientras ordenaba una quesadilla de costilla y un volcán de maciza. No se dejaron esperar los dos de “machitos” y el obligado “round” con los de ojo, ¿y cómo no? Los de chorizo, trompa y ubre. De “aditivos”, dos “Mirindas” y una “Coca”. Un flan y un Alka-Seltzer para coronar... Y Don Javier venció una vez más a sus gastronómicos enemigos... Pero fue sin embargo don Pancho quien en realidad ganó, pues después de tanta tragadera, al experimentado músico le salió en un ojo de la cara pagar la cena... pero no importaba... pues esa noche tocarían, y con la panza y los ánimos llenos, los tacos se pagarían prácticamente solos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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